RETRATOS HABLADOS
Cuando uno ve y escucha las amenazas de los señores de las armas, es decir los delincuentes organizados, no podemos sino evocar la reflexión del poeta Javier Sicilia: “Lo decía George Steiner, ese gran pensador de la lengua y la literatura: ‘en momentos de crisis el poema que más vale es el poema no escrito’. Los políticos han usado el lenguaje para mentir, para ocultar franjas de la realidad, pervertir la palabra y no cumplirla. Y del lado de los criminales vive el empobrecimiento total del lenguaje: si uno oye hablar a cualquiera de estos especímenes: de 100 palabras, 30 son majaderías.
“Con eso no se puede mirar el mundo ni concebir que haya una alteridad. Se puede matar, destazar, desaparecer gente. Esto, que pasa a diario, muestra que la repercusión de la crisis de la palabra es gravísima: ya no podemos entender la sacralidad de la vida. La destrucción del lenguaje que están generando los medios de comunicación y las redes sociales es degradante.
“En Internet están en el mismo rango un filósofo de la altura de Hegel y el último sitio pornográfico. Es la destrucción de órdenes jerárquicos de sentido”.
La palabra como instrumento de creación no solo se empobrece, sino que desaparece en manos, en boca de los criminales que ahora tienen acceso a las redes sociales, que no son ni benditas ni nada por el estilo. Sicilia incluso se quedó corto, porque al ver y escuchar al sujeto citado entendemos que de 100 palabras, por lo menos 80 son ofensas, majaderías, groserías pues.
¿Es posible comprender el valor supremo de la existencia cuando se está baldado de la palabra? ¿Es posible para uno de estos criminales comprender que hay valor en la vida de un semejante cuando le resulta imposible comprender ese hecho por la sencilla razón de que mirar el mundo de otra manera, solo puede ser fruto de la capacidad de nombrarlo?
Sicilia tiene razón absoluta cuando precisa que somos testigos de una destrucción cotidiana del lenguaje a cargo de medios de información, pero fundamentalmente el internet, las dichosas redes sociales donde importa muy poco lo que se diga y cómo se diga, siempre y cuando genere palomitas o pulgares hacia arriba de aprobación.
Porque todas las mentadas de madre de los delincuentes, pero también de los políticos, cualquiera que sea su filiación, ofrecen la visión de un hombre desvalido, minusválido que no puede siquiera ofender con la palabra, y por eso transitan con tanta facilidad a la violencia, “para qué perder tiempo discutiendo si lo podemos arreglar a madrazos”.
“Los políticos han usado el lenguaje para mentir, para ocultar franjas de la realidad, pervertir la palabra y no cumplirla. Y del lado de los criminales vive el empobrecimiento total del lenguaje”, puntualiza Javier Sicilia, y a partir de ello existe una posibilidad cuando menos de entender qué nos trajo a este dramático momento en un país como México.
La palabra pervertida que nunca se cumple, los amos y señores del territorio nacional que a estas alturas simplemente no pueden comprender en un sentido estricto lo que hacen como es matar, destazar, desaparecer personas, porque en algún momento dejaron de pertenecer al género humano para transformarse en algo innombrable, imposible de entender y que, a la menor provocación, solo gruñen, escupen retazos de palabras que nunca pasan de cinco, y que se hacen un discurso sin sentido, absurdo, incapaz de comunicar algo. Por eso desesperan y pasan con bastante regularidad a la única y bendita forma de arreglar sus pequeñas, medianas o grandes diferencias: el asesinato, el dolor desatado en el prójimo.
Sicilia tenía, tiene y tendrá razón cuando insiste que la palabra es creadora, generadora de vida, y lo contrario fuente de muerte, de horror, de la sinrazón que acompaña al dolor absoluto.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta