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miércoles, octubre 8, 2025

El Tanka

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PEDAZOS DE VIDA

Desde que tengo memoria, esa imagen que a muchos les parecía demoníaca, a mí me generó especial interés, no en saber quiénes eran o qué representaban, sino el color de sus trajes, sus miradas, su porte y las barbas, los bastones que con el paso del tiempo pude saber que no lo eran, que cada personaje sostenía entre sus manos un tipo de arma, en la cabeza los cuernos que sólo tenían dos y  casualmente se rompía la simetría con este signo, ya que los que tenían esta cornamenta estaban juntos. 

Mi abuela le decía “El Tanka” a veces quemaba varitas de incienso sobre la bufetera que estaba debajo del cuadro en la sala de su casa, ahí también ponía fruta y en ocasiones especiales en tres tacitas de porcelana ponía té de jazmín aunque  a veces parecía de toronjil o de azahar, según ella así tenía que ser, y creía que estos tres señores se encargaban de cuidar la casa. 

Cuando falleció mi abuela, mi tía Jacinta respetó por un tiempo su voluntad, pero no volvió a quemar incienso y tampoco puso ofrendas ni té, yo estaba chico todavía para entender esa situación, tampoco recuerdo cuándo fue que quitó el cuadro de la pared, ella era católica y de un momento a otro por consejo o mandato del padre Julián, se deshizo del cuadro, o al menos, eso era lo que se creía. 

El día en que cumplí veintidós años, mi tía fue a la fiesta, y me dijo que tenía un regalo muy especial para mí pero que lo había olvidado en su casa. 

“Sí, en su casa. Como cada año sucedía, seguramente en su casa, que fue casa de la abuela, tenía mis diez regalos olvidados, arrumbados en el ropero o en algún rincón” pensé. 

Pero en esta ocasión fue diferente, al despedirse, luego de partir el pastel y pedir para llevar, me dijo que fuera a verla al otro día, que no olvidara mi regalo. Temprano me encaminé a su casa, con el pretexto de llevarle unos tamales de los que habían sobrado, pero dentro de mí, sólo estaba el deseo de tener su regalo entre mis manos, sospechaba de un suéter o de alguna cosa de esas que regalan las tías conservadoras, pero no fue así. 

En la sala, estaba cubierto con una tela, el “Tanka” de la abuela, mi tía dijo que con la entrega cumplía la promesa que le había hecho, que ese cuadro era para mí, que los hombres de los lados significan equilibrio y sin más me lo entregó, obviamente no pude llevarlo a casa, mis padres habían aplaudido la decisión que había tomado mi tía de “deshacerse de él” años atrás.

Así que sin más, lo fui a guardar a casa de un amigo y por la tarde pasé por él para llevarlo a mi casa, allá dónde rentaba cuando era estudiante en la capital. Con el tiempo supe que un “Thangka” es una representación de alguna divinidad en el budismo tibetano, sin embargo nunca encontré más información sobre la pieza. 

La pintura está bordada en una tela que parece terciopelo. Una vez me corrieron de un restaurante chino, cuando intenté que los vendedores me dijeran su significado, pero al parecer además de miedo les causó mucho enojo, en su pobre español me dijeron que me fuera, que no volviera, me gritaban ¡Móguǐ! palabra que significa “demonio”, sin importar la cantidad de clientes que había en el local, me sacaron casi a empujones pero sin atreverse a tocar el “Tanka” de mi abuela que ahora era mío. 

Cuando regresé a casa resultó que el edificio estaba en llamas, los tres departamentos de mi pasillo quedaron reducidos a cenizas, los vecinos lloraron por su patrimonio y por ”el pelucas”, la mascota de mi vecinita, el perrito que se había quedado en casa solo y que fue la única víctima, ser viviente, que lamentar. 

Mi departamento apenas estaba manchado por el humo, y el agua que habían utilizado los bomberos se había metido, dejando inservible la alfombra, sin embargo, entre las pérdidas, yo tenía la menor. Dicen que el “Tanka” fue el que me protegió y me hizo ir con los chinos justo en ese momento, yo creo que fue casualidad pero no está por demás contar la historia. 

Ahí está colgado, quizá algún día sabré qué representa, qué significa, no quito de mi mente la palabra “equilibrio”, supuse que si los chinos del restaurante habían conocido la pintura, algún otro chino lo haría, no fue así, el restaurante cerró un mes después, extraño caso porque clientes siempre tenía y el espacio no era pequeño. 

Sí, a veces le pongo incienso, otras veces una fruta, cuando tengo ganas de llorar, preparo un té, ahora ya tengo sus tacitas de porcelana, se las pedí a mi tía pero me dijo que se habían quebrado, en un descuido se las robé, cuando quiso decir algo, yo replique que la demencia senil es un problema y que comienza con la alteración de la realidad y los recuerdos, como cuando una taza se rompe y luego uno imagina que la han robado. 

Quizá nunca sepa el significado, quizá nunca sepa por qué llegó a manos de mi abuela, sin embargo ahora el “Tanka” es mío y sí,  a veces creo que tiene magia pero me da miedo descubrirla.

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