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viernes, diciembre 26, 2025

El paso del tiempo…

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Pido la palabra 

Se dice que “el que no oye consejos no llega a viejo”, verdad a medias, pues los jóvenes de todas las épocas siempre fuimos proclives a no escuchar recomendación alguna

El espíritu navideño que se respira en todos los aparadores de los almacenes comerciales, el frío de la temporada, el típico aroma del ponche y los convivios que por doquier se organizan, no dejan otra alternativa más que presumir que hemos pasado un año más; pero en algunos, como en mi caso, tenemos que asumir que representa un año menos.

Nos vemos al espejo y observamos alguna arruga que, apenas escasamente treinta años atrás, no teníamos. Y lo recordamos como si fuese ayer, y ahora entiendo a Einstein cuando dijo “el tiempo es relativo”, pues la mente de los maduritos está lúcida, joven, en plenitud; pero el cuerpo ya no responde a esa vitalidad y experiencia que caracteriza a la gente que ya tiene algunos añitos en este planeta.

Años de experiencia, de vivencias gozosas y perniciosas; sano equilibrio de la vida que ahora nos permite valorar lo logrado mediante el esfuerzo personal y familiar; rodeados de muchachos bisoños presumiendo sus victorias que nosotros ya hemos experimentado, y las suyas las sentimos al alcance de nuestra mano, las disfrutamos como si fueran nuestras, eso a veces es lo único que nos queda cuando nos enfrentamos a las nuevas generaciones que pretenden comerse el mundo de un solo bocado.

Al no aguantar su paso, no queda otra alternativa más que guiarlos, enseñarles el camino; aunque, ahí está la primera barrera entre las distintas generaciones; barrera inalterable, barrera de todos los tiempos, los jóvenes no quieren, no queríamos escuchar consejos, necesitábamos, y sigue sucediendo, experimentar nuestros propios errores, y el “te lo dije”, surge como una forma de desquitarnos de… nuestra falta de talento por no saber transmitir el mensaje de exhortación.

Se dice que “el que no oye consejos no llega a viejo”, verdad a medias, pues los jóvenes de todas las épocas siempre fuimos proclives a no escuchar recomendación alguna, ir contra la corriente es típico de la juventud, y no obstante ello, aquí estamos; siguiendo ese viejo ritual de aconsejar sin ser escuchados.

Vivir el tiempo, el de hoy, pues cualquier otro significaría vivir de los recuerdos del pasado o de la incertidumbre del futuro, y eso es perder el tiempo. Hoy entiendo que los jóvenes tienen sus propios intereses, propios de su época, distintos a los que ya estamos en una edad madura. Un año más pero también un año menos, no importa si sabemos que hemos dejado una semilla bien firme en esta tierra, una semilla que seguirá dando esos frutos que en nuestro nombre y apellido continuará contando las historias de esos viejos, que hoy sé, se sentían tan jóvenes como cuando alguna vez físicamente lo fueron.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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