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Hidalgo
viernes, agosto 1, 2025

El pasado es un presente que nos prepara para el futuro…

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Pido la palabra

Hay gente que ha dejado una huella profunda en nuestras vidas, tanto por el bien que nos hicieron como por el daño que algunos infligieron en nosotros, gente a la que el tiempo se encargó de separarnos dejando atrás historias mutiladas abruptamente.

¿Qué habrá sido de tantos amigos y amigas que conocimos?; muchas veces nuestro pensamiento vuela hacia el pasado y viene a nuestra mente la única imagen que de ellos queda en nosotros; caras bonitas, llenas de una mezcla de malicia e ingenuidad y que tanto nos agradaban; jóvenes que hoy ya no lo son tanto, pero que, a fuerza de no verlos nunca más, no tenemos otra imagen más que aquella que nos quedó grabada de nuestras noches de juerga.

Algunos solo fueron aves de paso, pronto pasaron a ser historia y ni de sus nombres nos acordamos; a otros en cambio, por siempre los llevaremos en el corazón; vivimos tantas cosas juntos, que sería imposible olvidarlos, no obstante que el tiempo haya abierto aún más la brecha de nuestra distancia.

Muchos rincones de Pachuca son mudos testigos de esa entrañable amistad y a veces en un arranque de nostalgia, ocasionalmente los recorremos, esperando que esa evocación del recuerdo nos calme tantos años de ansias frustradas.

Tal vez alguna tarde habremos cruzado nuestros caminos y no nos reconocimos; las arrugas no solo se encuentran en la piel, también en la memoria el tiempo ha hecho sus estragos.

Hoy vivimos una nueva historia, pues tampoco es sano quedarnos en el pasado; cada día habremos de dar un nuevo paso que mañana será una nueva oportunidad para recordar; pero la historia que ahora escribimos ya está llena de esa experiencia que nos indica que no debemos dejar escapar todas esas cosas bellas que la vida nos regala; gocemos de nuestro presente para que en nuestro futuro no tengamos nuevamente que sentirnos culpables de ese pasado que no supimos valorar y que hoy, como muchos de mi generación, seguramente nos lamentamos por haber dejado ir a gente de auténtica valía.

Pero no importa la distancia que hayamos recorrido tanto como la huella que hubiésemos dejado; es la calidad y no la cantidad lo que nos define como seres humanos, aunque la definición no deje de ser subjetiva. Todos los kilómetros recorridos a lo largo de nuestra vida nos han permitido lograr una cantidad de amigos, y seguramente uno que otro amargado que se sintió nuestro enemigo, aunque para nosotros lo único que representó fue como un bache en el camino al cual tuvimos que esquivar para no tropezar con la profundidad de sus contradicciones.

En lo personal, por fortuna, son más las personas a las que puedo saludar de mano sin remordimiento alguno; es lindo el reencuentro con aquellas personas con las que –literalmente– tuvieron que pasar muchos años para volver a vernos, y lo significativamente curioso es que, el principal reencuentro no es con los viejos amigos, sino con nosotros mismos.

El solo recuerdo del pasado nos invita a seguir renovándolo con nuevas historias, con actos que resuelvan nuestro futuro pero que a la vez dignifiquen nuestro pasado, para que, una vez llegado nuestro momento, podamos decir como alguna vez ya lo dijo Amado Nervo: ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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