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martes, noviembre 18, 2025

El odio solo genera más odio

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Todos, de algún modo, empezamos a preguntarnos, desde hace ya mucho tiempo, hasta dónde puede llevar el odio hacia los que no piensan como uno. El desenlace, si no hay forma de hacer que el otro cambie de parecer, es la profunda generación de una eventual venganza por lo que se considera una afrenta. Por supuesto, existe la posibilidad de que, en una de esas, seamos poseedores de algún poder, político y/o económico, para hacer valer nuestra opinión mediante comedidas presiones.

Sin embargo, nadie puede considerarse inocente al momento de usar el odio como medio fundamental para hacer valer su voluntad. Nunca, en ningún escenario, podrá darse como buena la captura de “voluntades” y pensamiento, por obra y fruto de amenazas, o de plano agresiones.

Y lo sucedido hace apenas unos días, empieza a traducirse en un sentimiento que debiera alertarnos, porque ya no hay espacio alguno para la reflexión, que, por supuesto no debe confundirse con la complicidad, pero que poco a poco ha desaparecido la frontera entre los radicalismos de ambas partes.

De nueva cuenta esa vieja pero efectiva práctica del “estás conmigo, o estás en mi contra”, que exige de principio la entrega absoluta al líder mesiánico sin medias tintas y sí en cambio con espíritu fanático.

Pero hoy ese principio, práctica casi religiosa, priva en ambos bandos, al grado que un siniestro millonario dueño de una cadena de televisión, concesionario es la palabra, y de tiendas usureras, siente que es la mejor opción para “salvar al país”, e incluso suman muchos los que claman porque así sea, incluidos aquellos que viven el terror de los cobradores de Elektra.

Del otro lado, una presidenta que no ha podido dejar atrás la tétrica herencia del maestro de la polarización, y que incluso ha logrado que verdaderos delincuentes como el senador Adán, sigan en sus cargos despreocupados, cínicos y ciertos de que tienen en sus manos el poder que les heredó su padre espiritual.

Resulta, luego de la marcha y la intromisión de grupos de choque, que nadie puede asegurar de dónde su origen, porque a todos les conviene la violencia, ya todos deslindarse y rasgarse las vestiduras por lo sucedido.

En síntesis: estamos ante un escenario dramático, porque todos pueden decirse inocentes, y como nunca el poder político mal hace en emular la táctica de quien, sin duda, la usó con tino, pero que es responsable de esta división absoluta de la sociedad mexicana.

Quien más poder tiene, está obligado a encontrar los caminos que lleven a los acuerdos necesarios, pero también los que hoy han emitido un veredicto definitivo fundamentado en su soberbia y el interés económico.

Hay, sin embargo, analistas serios, profesionales, que en definitiva no pueden ser colocados en el nivel de los “comentócratas”, porque los avala una vida de labor profesional, seria, responsable. Uno de ellos sufrió, incluso, un atentado contra su vida hace poco. Por ahí no se puede llegar a ningún lado, y estoy cierto que la presidente sabe diferenciar a unos de otros, y está en busca de un camino que le permita dejar al personaje que puso en marcha la gigantesca maquinaria que dividió al país entre los que lo adoran, y los que lo odian. Y de ahí un país en que una mitad odia a la otra mitad, como fundamento de la estrategia para quedarse eternamente en el poder.

Por lo mientras, nadie, absolutamente nadie debiera unirse a la legión que clama el odio como camino hacia quién sabe dónde.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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