RETRATOS HABLADOS
Toda persona que se dedica a la política tiene la posibilidad única, fuera del alcance de cualquier mortal, de modificar el destino que en apariencia debía cumplir las veces que quiera. De tal modo que en una realidad que siguió su camino, si nos ajustamos a la teoría de los multiversos, podrá aparecer como un verdadero engendro del diablo con la consigna única de alcanzar el poder a cualquier costo y, si las circunstancias se lo permiten, invocar a los demonios para conquistar la tierra y el universo. Su fin es predecible cuando menos en la historia bonachona y rosa que nos hemos acostumbrado a mirar, pero con toda seguridad en alguno de tantos escenarios posibles, seguramente lo veremos coronado Rey, Emperador, Dios.
En otro universo será portento de honestidad y humanidad; que si acaso logra tener en sus manos el poder, no será para eternizarse en el mismo y seremos testigos del momento en que anuncia su retiro luego del deber cumplido y la conciencia tranquila. Son los que al otro día de reincorporarse a la vida civil, pueden caminar por las calles de su pueblo, la ciudad que los vio nacer y nunca faltarán aquellos que le aplaudan con sinceridad.
Casi todos los hombres y mujeres de poder afirman cuando están en búsqueda del mismo, que al otro día que dejen de ser Presidentes, Gobernadores, Alcaldes, su máxima ilusión será caminar con la frente en alto por los lugares que recorría de niño o niña. Por supuesto casi ninguno o ninguna regresa, y el que lo hace, el que viaja incluso en autobús de línea económica, es visto como un fracaso al no haber acumulado fortuna alguna, al grado de viajar como vil plebeyo cuando era de esperarse que ascendiera a calidad de noble.
El mismo personaje en otro universo será el que caiga en desgracia aun antes de alcanzar el poder largamente anhelado, y se le vea en las noticias cuando es detenido por agentes judiciales o ministeriales para ser llevado a la cárcel, de donde saldrá, si lo logra, convertido en un anciano amargado y con sed de venganza contra los que está seguro labraron su desgracia. Nunca se arrepentirá y siempre culpará a otros del infausto destino que le tocó vivir.
Pero con todo y que a la manera de la novela de Auster “4 3 2 1” es el mismo pero es otro, con toda seguridad y sin poder de por medio, todos los seres humanos tenemos la intención oculta de transitar por tantos senderos nos sea posible, porque si de todos modos la vida es terriblemente corta, la única forma de creer en la posibilidad de la eternidad es con la certeza de que estaremos en todos los multiversos posibles.
Sin embargo, y anclados a la única realidad que por el momento conocemos, será preciso estar atentos para observar que en una sola realidad es posible encontrar al político que primero buscó el poder para satisfacer un sentido real de bondad hacia sus semejantes. Es el que construyó parte de su juventud con la certeza de que es posible hacer el bien sin mirar a quién.
Al paso de algunos años y cuando se asome a los recuerdos plasmados en fotografías o videos, descubrirá que era un inocente, y que el poder se usa para satisfacer, en primera instancia, el instinto natural de eternidad, de tal modo que si deja obras o legados, serán algo así como la extensión de su propio cuerpo.
Si se sobrevive a sí mismo, llegará al momento exacto en que ya no quiera dejar espacio alguno de poder porque tendrá la certeza de que son de su propiedad, que le pertenecen no solo a él, sino a sus herederos, porque de alguna forma estará presente hasta el final de los tiempos.
Por eso, y nada más por eso, sería importante que existieran tantas realidades como las que imaginamos, y que en todas ellas los que detentan el poder comprendan que de todos modos morirán y que, si acaso se puede, dejar algo a la posteridad será su sabiduría para comprenderse finitos. Lo dijo el Papa Francisco: “nunca he visto un camión de mudanza en un cortejo fúnebre. Será porque es imposible llevarse algo cuando llega la muerte”.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx
@JavierEPeralta