RELATOS DE VIDA
Bien dicen que el león no es como lo pintan, fueron muchas las ocasiones en las que lo señalaron como una persona hostil, grosera, e incluso mal padre, pero en su función como abuelo y bisabuelo, el trato no fue así.
El carácter fuerte, la fortaleza y el coraje que demostraba cuando era más joven y jefe de familia, se desvanecieron con el paso de los años, ahora solo le quedaba calidez, comprensión y una dulzura desbordada para los nietos, y principalmente con los bisnietos.
Fueron innumerables las ocasiones en las que lo vieron manso como cordero ante su nueva descendencia, permitía que le tocaran los pocos cabellos que se asomaban en su cabeza calva, o que enredaran sus pequeños dedos en su barba voluminosa y canosa.
En otras más, sorprendió enseñando y repitiendo sus conocimientos, experiencias y anécdotas, con mucha calma y paciencia, contrario a lo que alguna vez hizo con sus hijos, con quienes tuvo que ser duro y rígido.
Sin duda alguna, lo que más llamó la atención en sus primogénitos, fue la forma de contar cuentos a sus nietos y bisnietos, pues no se trataba solo de leer, algo que fomentó hasta el último día de su vida, sino de la manera de hacerlo.
En cada cuento que narraba, mantenía cautivados a los más pequeños de la casa, creaba escenarios, modificaba voces, actuaba personajes y al finalizar los dejaba listos para dormir y deseosos de escuchar otra historia más.
La última narración que contó, fue tan mágica, que del libro en tercera dimensión salían los personajes a interactuar con su descendencia, dejando un recuerdo inolvidable y una imagen inamovible, que durante los siguientes años, eliminó las malas reseñas de su actuar en su rol de padre, reafirmando el dicho que “el león no es como lo pintan”.