RETRATOS HABLADOS
El asunto político tiende a entrar en una etapa de reposo, tregua sería lo más indicado, cuando se acercan las fiestas de Fin de Año. Y viera usted que es algo mentalmente saludable, porque en un país como el nuestro, un Estado como el nuestro, es necesario que se haga un alto en el camino, no solo para la reflexión sobre la vida misma, sino, y fundamentalmente, el ejercicio del poder que, se quiera o no, es el eje central en la mayoría de los casos.
Para quienes de alguna manera dedicamos una buena parte de nuestros espacios, a realizar el análisis de la tareas políticas, también es un buen momento para detener la marcha y hacer lo posible por dar con el sentido cierto de nuestro quehacer, a partir de que, tal vez, un político con capacidad de decisión sea tocado por alguno de los llamados que hacemos de manera constante.
Por supuesto, estoy cierto que el periodismo no puede caer en la tentación de creerse el fiel de la balanza en el devenir de una sociedad, y mucho menos aceptar la idea absurda de que conforma el “Cuarto Poder”, que sepa Dios a quién se le ocurrió esa tonta idea, como no sea a los que también juran y perjuran que en el periodismo militante está en el camino a seguir.
Y no es así, no puede ni debe ser así, porque el papel fundamental que compete al ejercicio periodismo, más allá incluso de opinar, analizar para que pomposamente a todos les dé por auto llamarse “analistas políticos”, es contar las historias de quienes conforman una sociedad, es decir los ciudadanos.
Es el único espacio en que puede medirse la real capacidad de alguien para hacer buen periodismo, y con ello me refiero al periodismo narrativo, que en nuestro país ha tenido y tiene representantes de altísimo nivel, y está claro que hablamos de Juan Villoro, Alma Guillermoprieto; en el Plano internacional, sin duda Jon Lee Anderson, Gay Tálese y Truman Capote.
Lo demás, las guerras de “columnistas” que convocan a la guerra suicida en contra del dominio opresor, son un chiste mal contado, de quienes simplemente tomaron, sin el menor respeto, esta profesión, oficio, o como cada quien quiera llamarlo.
Si alguien me preguntara quién ha hecho periodismo narrativo en Hidalgo, en definitiva el nombre de don Anselmo Estrada Albuquerque salta al escenario de manera inmediata, porque supo contar como pocos el sentir de quienes vieron el Pachuca transformado, no siempre para bien, en revistas históricas como la de la Feria de San Francisco, en cada uno de sus textos, bien investigados, soberbiamente escritos.
Los demás somos simples aprendices de esa noble tarea que siempre practicó con dignidad y talento don Anselmo.
Así que dejémonos de delirios de grandeza, y hablar de que gracias a nuestros textos toda un sistema político se tambaleó, y cambió de acuerdo a nuestras profundas reflexiones. Menos que, plenos de horror, luego de pedirnos perdón, enmendaron el camino. No, ningún político de poder modifica sustancialmente su proceder, porque se lo publicamos. Y la verdad, ese no es, ni debe ser el objetivo de nadie que escriba.
Importa contar la vida cotidiana de nosotros, de usted, de ella, de él, de nosotros, de todos. Importa dejar un testimonio de lo que fue una sociedad como la nuestra en estos tiempos, para que en un futuro nada lejano, por lo menos exista el testimonio que permita recordar estos tiempos.
De tal modo que esta tregua que ya empieza porque el ejercicio político tiende a disminuir, debe invitar a repensar muchas cosas, a la reflexión seria, incluso a la posibilidad de la oración a la deidad que cada quien desee, pero con la absoluta certeza de que la vida es muy importante como para transitarla sin encontrar un sentido real de la misma.
Así que aquí nos leeremos en estas últimas semanas del 2024, con el objetivo central de platicarnos ya no sobre el poder, sino sobre la vida que nos ha tocado vivir.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
Correo: jeperalta@plazajuarez.m
X: @JavierEPeralta