RELATOS DE VIDA
Estaba desorientado, un silbido permanecía en su oído, el espacio tenía poca iluminación, aunque notaba luces rojas y azules, en tanto él se encontraba sentado en un sillón, admirando su obra de arte.
Ya no sentía ese pesar en la espalda cargado de rencores, odio y furia, estaba convencido que fue lo mejor que pudo hacer, y ya nada le importaba, porque lo único que hizo fue ayudar al karma a cobrar todas las que le habían hecho.
Miró hacia su mano derecha, y aún sostenía el arma que había sido la protagonista del desenlace, y luego siguió el recorrido a la habitación, esa que en algún momento fue el espacio de convivencia con aquellas personas a las que consideraba familia, no de sangre, sino por una promesa que supuestamente duraría para toda la vida.
Sobre el piso se encontraban tres cuerpos: dos pertenecían a sus ex suegros, y uno al de aquella persona que había elegido para ser su compañera de vida, pero que decidió ponerle los cuernos, bajo la aprobación de sus papás.
Situación que lo llenó de odio, furia, rencor, coraje, sentimientos tan fuertes que lo orillaron a diseñar su venganza, aquella en la que los vería de rodillas, pidiendo perdón y suplicando por su vida, deseo que cumplió, para después dispararles directamente a la cabeza.
Una vez realizada la hazaña, se sentó en el sillón para esperar la llegada de los policías, mientras reía y se convencía que su venganza serviría de ejemplo para todos aquellos que se divierten con el dolor ajeno. Y además, sería una inspiración para todos los que han sufrido.