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El despertar

Javier Peralta
4 Min de Lectura

RETRATOS HABLADOS

Andrés Manuel López Obrador, se despertará el día de mañana como ex presidente de la República Mexicana. Algo similar a lo que le sucede a Gregorio Samsa de Kafka.

Porque sin la investidura presidencial, cualquier ser humano se enfrenta a su verdadera apariencia; sin el poder que implica dirigir a una gigantesca nación como México, toda la corte halagadora que persigue a un personaje de ese nivel, casi en automático deja de hacerlo, si detecta la más mínima posibilidad de que sí, efectivamente, ha decidido hacerse a un lado y dejar que la historia continúe su paso.

Todo ejercicio político está plagado de acciones convenencieras, y la corte de aduladores y serviles, se irán igualmente que llegaron. Habrá, sin embargo, los que siempre estarán a su lado, porque lo apoyaron a la buena y, seguramente, nunca recibieron en respuesta, más que reprimendas y críticas. ¿La razón? Le hablaron siempre con la verdad, y de la mejor manera y fe, le hicieron señalamientos a sus errores.

Del pueblo se pueden decir un sinfín de cosas, pero a la fecha nadie, absolutamente nadie ha podido identificarlo genuinamente su existencia como algo real, no meramente imaginario para las frases políticas. Así que muy probablemente, apenas pasados unos días de su ausencia, habrán encaminado sus pasos a otro lugar.

Sin embargo, López Obrador, a diferencia de la mayor parte de los ex presidentes mexicanos, logró objetivos sustanciales: destruir hasta sus cimientos a los dos partidos políticos que se habían repartido por casi 100 años al país, PRI y PAN, de tal modo que su regreso se antoja poco menos que imposible en su condición actual; logró dar sentido a la vida de millones de adultos mayores, condenados a un cierre de existencia miserable y lamentable por la falta de recursos económicos, y, fundamentalmente, logró dejar en claro que ninguna forma de gobierno es eterna.

En contra sin duda hay muchos errores, pero los aciertos logran atenuarlos. En muchos sentidos recuerda al Pancho Villa de Felipe Ángeles y Rodolfo Fierro, que dio origen al concepto de Krauze que lo situaba, “Entre el Ángel y el Fierro”, que más exactamente sería, “Entre el Ángel y el Demonio”.

Esas, sin duda, son las dos caras del presidente López Obrador.

Sin embargo, la mañana de mañana, se enfrentará a su verdadero y único rostro, en el que aparecerán sin duda las dos aristas de Villa: la del ángel, y la del demonio.

No habrá corte de aduladores y lisonjeros, aunque puede que algunos permanezcan a su lado en tanto se debilita el poder o no. Pero una cosa es ser el Jefe de la Nación, el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y otra el que se desde atrás del escenario pretende hacer valer su palabra.

¿Es parte de la historia del país? Sin duda alguna. El acabar con un partido como el PRI, con todo lo que esto implica, le merece un espacio. Si será positiva su presencia en estos espacios, quien sabe.

Pero está, ya, en la historia de México.

Como quiera, mañana se despertará, y por muchas razones nos animamos a desearle que no sea tan dramático el momento como para el personaje de Kafka. Mucho de lo que sí logró para los más desposeídos, le hará pasar con absoluta tranquilidad ese trago amargo.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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