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Hidalgo
domingo, mayo 11, 2025

El Cubo 

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PEDAZOS DE VIDA

Un día despertó dentro del cubo. Tantas veces había escuchado de este lugar, pero nunca se había atrevido a llegar. El estado de inconsciencia y consciencia de lo que algunos le llaman “ensueño” le causaba un terror injustificado, justo cuando comenzaba a darse cuenta de que estaba por ingresar, caía en los profundo de un abismo y abría los ojos para darse cuenta, en medio de un revoltijo de cobijas y sábanas, que estaba soñando.

Aquella ocasión despertó dentro del cubo, no hubo recuerdo de alguna situación previa, no hubo temor ni consciencia, sólo despertó y estaba ahí: dentro del cubo, en un espacio donde todo era posible, donde no había límites, un lugar en el que el placer era instantáneo al momento de abrir los ojos, no había nada más contradictorio que la saciedad y el sentimiento de querer más a pesar de estar al borde, de estar llenos pero con ganas de más. Sí, ganas de todo y saciando todo, y cuando digo todo, es todo. 

Mientras avanzaba por el laberinto de placeres, recorrió por dentro gran parte del cubo, sin embargo, pronto la nostalgia se hizo presente, luego la rabia, luego el remordimiento, llegó el cansancio y también las lágrimas, no pudo avanzar más por el espacio que se ensombreció de pronto, se dejó caer en el piso y cuando abrió los ojos despertó en su cama, húmeda por los fluidos y a punto de ser embarrada de excremento. Sintió ganas de ir al baño, se levantó muy rápido y al final, al abrir la puerta nuevamente estaba en el laberinto, junto a una taza de baño pero dentro del espacio que tanto placer le daba. 

Tras hacer sus necesidades, ni siquiera fue necesario limpiarse el culo, el retrete se encargó de todo. Siguió adelante, sin necesitar incluso la pijama orinada ni la cama sudada que había dejado en la habitación, ni siquiera se había dado cuenta de que no vestía ropa interior, su camiseta de manga corta era todo lo que lo separaba del exterior con su humanidad. 

Un día ya no fue necesario despertar, seguía recorriendo el laberinto contenido en un cubo extasiado por el placer y acosado por la culpa, extasiado por tenerlo todo sin control y consumido por la pena, esa pena que no es más que soledad materializada en miedo. 

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