RETRATOS HABLADOS
Deseo creer en el peso específico de la palabra, de su capacidad para crear, pero también destruir cuando es usada con fines de engaño y mentira.
Ayer, en un primer discurso como Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, en la parte final del mismo, abordó con un lenguaje que nos habíamos acostumbrado a dar por perdido, el aspecto simplemente humano de una sociedad como la nuestra. Eso da esperanza, en un México condolido hasta los huesos, ajeno a la empatía real, como no sea la actuada y escenográfica.
Quiero pensar en la esperanza, por el peso específico que da a esa capacidad única del ser humano para comunicarse a través de símbolos, y la palabra es una, vital, única, necesitada de ser cuidada, para que nunca más acabe como presa de los ambiciosos, de los que asumen el poder, para olvidar, casi de manera inmediata, que perder el valor de su palabra, desemboca en el absurdo.
Como nunca, una vez más, el poeta Javier Sicilia debe ser citado, y solo a partir de su relectura, repasar la parte medular del discurso de la Presidenta, ella misma debe hacerlo, porque el compromiso asumido es gigantesco, y no cumplirlo, de nueva cuenta nos dejará en un lugar incierto.
Cito a Sicilia: “Mediante la palabra, la noche del cosmos se ilumina y el mundo adquiere orden y sentido: «esto es mar, esto tierra, esto firmamento…». Incluso los objetos que creamos no existirían sin ellas. Eran palabras antes de fabricarse; lo son también después: si dejáramos de nombrarlos desaparecerían en la oscuridad de la no-significación, como en el Génesis antes de que Dios articulara su aliento sobre las tinieblas. A partir del Evangelio de Juan, sabemos también que la palabra es, más allá del lenguaje verbal, el ser expresado en la carne de lo humano”.
Ese es el génesis de la existencia: la palabra. También de la muerte, si se escucha el pensamiento baldado de un criminal, que lanza amenazas a diestra y siniestra, incapacitado incluso para esa acción de muerte, porque no sabe pronunciarla.
Llama por eso la atención el cierre del primer discurso de Sheinbaum, y por muchas razones debe saber que más allá de cualquier juramento, queda, lo que dijo ante todos los mexicanos, como el compromiso más fuerte, más real.
Cito: “Hoy quiero reconocer no solo a las heroínas de la patria a las que seguiremos exaltando, sino también a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, que con estas líneas hacemos visibles, a las que con nuestra llegada a la presidencia y estas palabras hago aparecer, las que lucharon por su sueño y lo lograron, las que lucharon y no lo lograron. Llegan las que pudieron alzar la voz y las que no lo hicieron, llegan las que han tenido que callar y luego gritaron a solas, las indígenas, las trabajadoras del hogar que salen de sus pueblos para apoyar a las demás, a las bisabuelas que no aprendieron a leer y escribir porque la escuela no era para niñas; llegan nuestras tías que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes, a las mujeres anónimas, las heroínas anónimas, que desde su hogar, las calles, o sus lugares de trabajo lucharon por ver este momento; llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo, nuestras hermanas que desde su historia lograron salir adelante y emanciparse; llegan nuestras amigas y compañeras, llegan nuestras hijas hermosas y valientes, y llegan nuestras nietas; llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si nacimos siendo mujeres u hombres, podemos realizar nuestros sueños y deseos, sin que nuestro sexo determine nuestro destino; llegan ellas, todas ellas que nos pensaron libres y felices.
“Y con todas ellas aquí a nuestro lado, llegan nuestros más grandes sueños y anhelos, llega con nosotras el pueblo de México, hombres y mujeres empoderados, la transformación les devolvió la dignidad, la libertad y la felicidad y nunca nadie más se las podrá arrebatar”.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta