UN ADULTO RESPONSABLE
«La memoria es una loca que guarda trapos de colores y tira la comida a la basura”
Austin O’Malley
No, esa persona no piensa en ti, ¿crees que si lo hiciera, no te habría mandado ya un mensaje o estaría al pendiente de lo que haces y de alguna u otra forma se manifestaría? ¿Crees que ese “amigo” que aparte de causarte más penas que glorias, que no “dispara” ni en defensa propia, va a estar cuando realmente lo necesites? ¿Crees que el “te quiero mucho” de ese familiar que nunca te visita y que solo te habla cuando necesita un favor, sirve de algo?
No hay que engañarnos, nuestro pasado fue muy bonito muchas veces y doloroso otras tantas (cuando se trató de aprender lecciones), pero ya no lo necesitamos y no vale la pena echar a perder nuestro presente por los meros recuerdos, que para esta altura de la vida, no pasan de ser borrosos.
La nostalgia es una señora muy bonita, que nos permite eliminar los recuerdos de aquellos momentos malos y conservar casi todo de color de rosa, cuando en la realidad rara vez nuestros días, nuestras relaciones o las grandes épocas, fueron así de buenas. No cabe duda de que cuando se trata de recordar, la nostalgia es nuestra mejor aliada y con el tiempo, puede convertirse en nuestra mayor enemiga.
Y es que añorar los momentos que nos han traído hasta aquí, nunca va a ser malo, pero siempre debemos recordar por qué terminaron.
Y no, no es inconsciencia, porque claro que sé que muchas personas nunca quisieron irse de nuestro presente y si lo hicieron fue por obligación, amor propio o un hartazgo desbordado. En esos casos sí vale la pena mandarles nuestros buenos deseos, nuestras oraciones o las mejores vibras. Pero sin buscarlos demasiado, porque como ya dije, ya no son parte de nuestra vida.
Yo más bien hablo de los otros recuerdos, esos que te hicieron llorar, decir “ya basta” o cambiar por completo, esos que te dejaron sin dormir, pero que hoy, “casualmente” y gracias a la nostalgia, recuerdas con cierto cariño.
Y eso no es del todo malo, porque vaya que sí hubo momentos que, a pesar de todas las adversidades, se pasaron bonito; que el corazón roto deja lecciones y que es necesario aprender a perdonar. Perdonar, esa sencilla palabra que nos cuesta tanto como humanos; perdonar y sanar, tal vez para eso existe la nostalgia.
Cierto, puede ser que los tiempos de antes hayan sido mejores; pero muchas de las cosas que hoy recordamos con tanto cariño no funcionarían en un nuevo intento: ya se ha visto en las películas, en los remakes, en las segundas partes, en las segundas oportunidades y demás.
Pero no, los malditos recuerdos nos siguen insistiendo que la excepción es la regla, que Shrek 2, la serie de Chucky, la segunda temporada de “La CQ”, 20 años después y la ex que menos daño te hizo, son buenas para ti. Aunque sabes, dentro de tu corazón, que es una mentira.
Y sí, hay varios ejemplos en los que la vida da segundas oportunidades y hay que tomarlas porque desaparecen, pero siempre con la cabeza fría, recordando que la existencia no tiene un solo sentido y que de nada sirve revisar el pasado si no llevamos con nosotros las lecciones de un presente que estamos construyendo de a poco.
Nota: Un 2025 fantástico nos espera, lo sé porque este mes ha pasado rapidísimo. ¿Tú qué piensas?