RETRATOS HABLADOS
Si bien la lealtad es una cualidad pasada de moda en el ejercicio de la política, la disciplina se mantiene como fundamental a la que nadie puede decirle que no, aun cuando pudiera ir en contra de sus propios principios y libre pensamiento del que pudieron haber hecho gala a lo largo de su existencia. Así las cosas, son tiempos en que todos, absolutamente todos los que hoy son parte del gobierno morenista en el país, el Estado y los municipios, aprenden, de primera mano, lo que consiste asumir en carne propia esa forma de actuar antes tan criticada por ellos mismos en los priístas de hueso colorado, que asumían como respuesta a todo lo que proviniera del poder presidencial del: “¡Señor, sí señor, como usted ordene!”.
Alguien diría que, sin este factor, ningún gobierno puede hacer nada, y al final del día solo es preparar el terreno para que “los de antes”, tengan todas las facilidades para retomar el mando, y al mismo tiempo reiniciar todas y cada una de sus tropelías. Puede que así sea, pero también puede que no, y que más allá de esa ciega disciplina, lo que necesitan estos tiempos inéditos en el país, es la existencia de políticos capaces de mantener su actitud reflexiva, incluso cuestionadora, para ser diques contra la actitud servil que acabó por envenenar al antiguo régimen.
Es decir, la lealtad mal entendida, con bastante regularidad es confundida con servilismo, con la actitud fácil de decir sí a todo lo que ordena el poder, sin espacio alguno para pensar lo que dirían sus votantes, en caso de ser representantes populares.
Siempre he creído que quien ejerce el poder, cualquiera que sea el ámbito de su influencia, es decir a nivel nacional, estatal o municipal, le sirven más seguidores así, leales, pero capaces de pensar por ellos mismos, porque de porristas y matraqueros, el paisaje siempre está lleno.
El papel de comparsa existe, sin duda, pero está siempre considerado para los que por naturaleza gustan desempeñar ese papel, sin otra expectativa más que nadar de a muertito en las aguas procelosas de cada administración.
No así para los que, a lo largo de toda su vida, dieron muestra evidente de su capacidad de ser libre pensadores, o pensadoras, y que son capaces de mantener su opinión, siempre fundamentada, y que, de alguna forma, son la base vital en toda gestión de poder, porque son los que el poderoso, o la poderosa, escuchan con atención, porque saben de lo que hablan, porque hablan, porque exponen sus razonamientos con inteligencia y esa es su razón de ser en un proyecto alternativo de nación.
Por eso, resulta complicado entender la presencia de personajes de muy alto nivel, en la tarea ciertamente complicada, de unirse a la “Feria Nacional del trabajo, para la Elección de Personal en el Nuevo Poder Judicial”. Se entiende cuando son caras antiguas, que buscaron el cargo por el partido que fuera, y coronaron esa tarea con una curul. No se entiende en quienes, durante toda su vida, mantuvieron el pensamiento crítico, cualquiera que fuera el color político en el poder.
De todo lo que hemos observado en estos tiempos inéditos, un aspecto queda como enseñanza constante, sonante, permanente: no hay nada más valioso para quien ejerce el poder, que contar con correligionarios capaces de hacer uso de la reflexión, la crítica honrada y libre de intereses. Los demás, los matraqueros de siempre, esos simplemente darán vuelta a la herramienta para echar porras, a quien esté en turno.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
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