REVOLUCIONES INVISIBLES
Cada 20 de noviembre recordamos un momento histórico que nació del cansancio y del deseo profundo de un cambio. Pero más allá de fechas llenas de historia, batallas y nombres importantes, aprovecharé la efeméride para invitarte a mirarla desde otro lugar. Sí, desde tu propia vida, porque todas las personas, tarde o temprano, vivimos revoluciones internas,
Y ojo aquí, una revolución interna no siempre empieza con gritos, a veces inicia con un silencio; el silencio de lo que está costando sostener, el silencio de lo mucho que pesa, el silencio de lo que duele, el silencio de lo que poco a poco está perdiendo sentido; es en ese momento en donde nos damos cuenta de que algo ya no nos queda, ya no nos funciona, ese momento en el que el cuerpo nos dice basta, incluso antes de poder explicarlo.
En terapia, veo una y otra vez, cómo las personas llegan con esta sensación de “ya no puedo más”. Y muchas veces pueden creer que ese punto es un fracaso, pero yo te confirmo que ese punto es el origen del movimiento. Igual que en nuestra historia, ninguna revolución emocional es lineal, siempre habrá avances, pero también retrocesos, nos encontraremos con dudas y confrontaciones, habrá partes internas que se resistan y otras que empujarán para salir a la luz.
En mi opinión, revolucionarnos implica cuestionar lo heredado, lo aprendido, lo que pensamos y creímos que debía ser, implica mirarnos sin máscaras, escuchar nuestras propias contradicciones, atrevernos a nombrar la verdad que por mucho tiempo hemos evitado y sobre todo a incomodarnos.
Porque sí, toda revolución implica incomodidad, tal vez tomando decisiones que nuestra versión del pasado jamás se habría atrevido a tomar, o tal vez renunciando a una identidad que construimos para sobrevivir, pero que ya no nos permite crecer.
Así que, si el día de hoy sientes que algo dentro de ti se está moviendo, si notas que estás en medio de un desorden o cambio emocional que tú no pediste, no lo interpretes como fracaso, tal vez esto que estás viviendo no es caos, es solo tu propia revolución empezando.
No importa cual, toda revolución exige tiempo, valentía e identidad; y así como en 1910, también exige una visión del país que queremos construir, pero hoy, ese país eres tú, tu historia, tus límites, tus deseos, tu voz.
Hoy, después de recordar un hecho histórico, te invito a mirar tus propias batallas internas con menos juicio, porque no vienen a destruirte, si no a liberarte. Y ahora pregúntate con honestidad ¿En qué lugar de tu historia estás listo/a para dejar de obedecer y empezar a escucharte?


