Espejos de la Realidad
«La movilidad social se vuelve de esas puertas que hay en los baños públicos de una gasolinería: entras, das vueltas y sales por el mismo lugar»
Dicen que todo depende del cristal con que se mira. Lo que para alguien es un simple café de 60, 70 o hasta 80 pesos, para otro es el salario de un día completo.
El nuevo informe de Oxfam México y el INDESIG, lleva por nombre: ¿Derechos o privilegios?, y lo primero que se lee es lo siguiente: el 1 por ciento más rico de este país gana 442 veces más que los hogares más pobres.
Mientras alguien pide su bebida con leche de almendra y jarabe sin azúcar en alguna cafetería donde el menú se lee en inglés y las bebidas tienen nombres de perfumes caros, hay familias enteras que apenas sobreviven el día a día.
Por otro lado, y dependiendo del algoritmo, parecería que el aspiracionismo motivacional recobra más fuerza en las redes sociales, el discurso es el mismo de siempre, solo van agregando palabras como las bebidas de un Starbucks de temporada. Y es que, traer este tipo de conversaciones para los que gozan de ese privilegio resulta incómodo, y más si (queriéndolo o no), lo verbalizan como disco rayado, diciéndole a su audiencia: “si quieres, puedes, cabrón” “échale ganas, wey” “si estás así es porque quieres”.
Mientras tanto, la mitad de los mexicanos nacidos en hogares pobres no logran salir de ahí. La movilidad social se vuelve de esas puertas que hay en los baños públicos de una gasolinería: entras, das vueltas y sales por el mismo lugar.
Los datos también recalcan en qué se gastan el dinero, por una parte los hogares del decil I, es decir, los más pobres, gastan más en satisfacer necesidades básicas: comida, vivienda, salud. Gastan en cosas que deberían estar cubiertas por el Estado. Y los hogares más ricos gastan en educación privada, viajes y transporte privado. No es casualidad, entre más se desglosan los datos más podemos entender como funciona la desigualdad estructural, esa que se esconde en los cimientos de la sociedad mexicana.
El discurso motivacional no alcanza para explicarlo. Esta es la realidad, el acceso a una vida de calidad, depende del bolsillo donde se nace. Y cuando la mitad de los pobres no logran dejar de serlo, entonces hablamos de una escalera rota desde el primer escalón. De un cristal polarizado que no permite ver más allá.
Para quien se anima a cuestionarse, a sentirse incómodo/a, les invitó a arrojar la semilla en una plática familiar, en una salida con amigos, o en cualquier espacio donde compartan el discurso invisibilizador. Porque si la comida, la renta o los cuidados siguen estando fuera del alcance de millones, mientras otros deciden entre un Iphone 16 Pro y otros en su comida entonces no se trata de esfuerzo personal, se trata de un país construido sobre la desigualdad.