LAGUNA DE VOCES
Hay quienes nunca faltan. Seguro estoy de que incluso los sábados, domingos y días festivos están ahí, apurados en la carrera contra el tiempo. Porque son muchos los habitantes de la ciudad que acuden diariamente al deportivo de Piracantos para hacer ejercicio, con piedras o ladrillos, que hacen de pesas; y les sacan todo el provecho a los pocos aparatos sobrevivientes de cada administración municipal, luego que pasa la fiebre por borrar lo mucho o poco que haya hecho el antecesor, y quitan y ponen con bastante regularidad lo mismo. Pero la gente va, cumple un horario que, se observa, es de años, en promedio diez, cinco, que les ha funcionado, que desde temprano los levanta para ir a correr media, una hora, y saberse llenos de voluntad.
Así que pasan raudos y veloces, un joven delgadísimo, un hombre maduro con una sudadera que incluye gorro y lo hace ver como un personaje de ficción, pero que nunca falta, nunca deja de subir el brazo que hoy sostiene una mancuerna, que antes, durante años fue una piedra del mismo peso. Y sí, se ha hecho fuerte, casi maratonista porque no para de correr, de caminar aprisa por todos lados.
También la pareja de adultos mayores que llevan un paso cada vez más veloz, se diría que flotan como los andarines mexicanos que ganaban medallas de oro, hasta que los jueces decidieron sancionarlos y luego sacarlos de la competencia por lo que solo ellos miraban.
No faltan tampoco los que entrenan fútbol a sus hijos, con la mira puesta en que serán profesionales, a lo mejor hasta contratados en Europa, y ya se ven como entrenadores y representantes en Madrid, en Italia, o en los Emiratos Árabes. Y corren con ellos, les ponen la pelota para que hagan tiros al arco, donde no hay portero.
Todos los días, todas las mañanas, en el deportivo de Piracantos, desde hace meses siempre cerrado en su puerta principal, lleno hasta el tope de pasto que nadie corta, de una pista alrededor de la cancha de fut, más y más deteriorada, porque, se ve, no hay dinero. Donde un solo jardinero lucha con furia por mantener, cuando menos, presentable el deportivo que es su trabajo, pero también una extensión de sí mismo.
Un lugar para jugar, simplemente jugar, que todas las tardes se llena también de familias que van a hacer ejercicio, porque los habitantes de la capital hidalguense gustan y festejan el deporte, lo practican.
Pero hay tan pocos, de al tiro tan pocos lugares para ese fin, que se cuentan con los dedos de las manos. A cambio abundan los puentes, los espacios para coches y más coches, los nuevos fraccionamientos en mitad de dos municipios.
Y, sin embargo, todos los días, apenas abren el deportivo, llegarán los que van a correr, a levantar pesas de cemento, a creer que hay mente sana, en cuerpo sano.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta