Pido la palabra
Los mexicanos nos encontramos ante una envidiable oportunidad de construir positivamente el tipo de país que deseamos, y por ello no debemos permitirnos quedar impasibles ante nuestra realidad política y social, de otra manera, nos convertiríamos en cómplices de aquellos que únicamente se aparecen cuando pueden sacar provechos personales.
Ese es el reto que hoy día enfrentamos en México, una Nación que todavía está llena de gente en condiciones de pobreza, algunos inclusive de pobreza extrema, y que, sin justificarlos, tal vez sea esa la razón por la que algunos pudieron haber sido cooptados por la delincuencia; gente que todavía está apartada de toda oportunidad y que día con día su prioridad es tener algo que llevarse a la boca para mitigar el hambre; un país en donde las oportunidades de trabajo pueden ser rebasadas por las necesidades de aquellos que diariamente tienen que emigrar a otro lado en busca del sustento familiar y que hoy están en un auténtico riesgo de ser repatriados.
Por ello las preguntas son: ¿Qué es lo que queremos para nuestra familia? ¿En qué tipo de sociedad es en la queremos vivir? Está en nuestras manos y será nuestra decisión la que nos lleve a ese lugar; que no nos ciegue el canto de las sirenas, pues nada se crea de la nada, y por ello esperar que las cosas nos lleguen por generación espontánea es condenar a nuestra dignidad a una postración conformista.
En verdad que todo lo que queremos en la vida se encuentra fuera de nuestra zona de confort. Ya salgamos de la cama, la flojera debe quedar en el olvido y darnos cuenta que la situación económica y social no debe ser resuelta por decreto, sino con trabajo, con esfuerzo conjunto entre ciudadanos y autoridades; ya vimos que el vivir en una queja permanente no sirve para nada si es que no hemos puesto la parte que nos corresponde dentro de ese binomio de crecimiento; pues por muy buena intención que tenga un Gobierno para sacar del lodo a un Estado, si sus ciudadanos solo están con la mano estirada para recibir la ayuda gubernamental, entonces el crecimiento está destinado al fracaso.
Sí, reitero, muchos pobres todavía, pero no esperemos que “el primero los pobres” sea la puerta al éxito, esa es solo una cuarta parte del protocolo de actuación, la segunda es el fomento al empleo, la tercera lo aplico al ejercicio profesional y honesto de la administración pública, y la cuarta, es la voluntad ciudadana de querer ser protagonista y no un simple espectador de su propio futuro. De otra forma, nos daremos cuenta que hasta los malosos podrán nombrar a sus propios jueces en detrimento de la auténtica justicia.
Somos la generación del cambio, aunque hasta el momento dicho cambio se ha convertido en una auténtica frustración, con más pena que gloria, y no solo por los gobernantes que prometieron y que al final se abrumaron con el peso de la responsabilidad, sino también por nosotros los ciudadanos que pensamos que un cambio de régimen era suficiente para un cambio de vida.
Ahora, no cometamos el mismo error; el cambio no se genera solo; nos necesita como entes positivos y emprendedores; vamos a darle vuelta a la hoja de la crispación derrotista e intentemos convertirnos en auténticos ciudadanos de tiempo completo; lo único imposible es lo que no se intenta.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.