17 C
Hidalgo
domingo, diciembre 22, 2024

Del amor al odio…

Más Leídas

PIDO LA PALABRA

Todos los que vivimos en este hermoso país compartimos un común denominador: ya estamos hartos de la violencia; ya nos cansamos de los políticos que se enriquecen con el sudor del pueblo; ya estamos hasta el copete de que en lugar de soluciones siempre nos salgan con algún discurso o choro mareador como le dicen en esta época, ya estamos fastidiados de que haya más excusas que resultados; el amor al prójimo no aplica para quienes han hecho un abuso descarado del poder.

El pueblo ya se cansó, y no hablo del cansancio físico que es entendible en todo ser humano, me refiero al cansancio emocional, ese al que día con día todos los mexicanos estamos sometidos, de hecho y de derecho; cansancio de la ingenuidad, y en algunos casos testarudez, de quienes piensan todavía en la buena fe de aquellos que por tradición son solo unos vulgares mercantilistas y su dios es el capital o ganancia que nuestra candidez les proporciona.

Por ello, algunas veces me invade ese peligroso pensamiento de apatía en donde me cuestiono que, “si a la gente le gusta darse de topes, ordenados por la mercadotecnia, pues entonces dejemos que lo hagan hasta que su bolsillo sangre, tarde o temprano reaccionarán”; pero no reaccionan a tiempo y las deudas incrementadas por su obcecación se siguen acentuando en su ánimo, a veces ya demasiado tarde.

Cansancio de ver cómo el malo parece que va ganando terreno, y que en este país el que no tranza no avanza; todos sabemos que cuesta mucho trabajo ganarse unos pesos a la buena; pero al ver que el mentiroso y traicionero fácilmente se enriquece sin el menor escrúpulo, a costa de otras personas, dan ganas de cambiarse de bando y jugar con la misma baraja de la traición y la mentira.

Cansancio de los compromisos incumplidos, de funcionarios y Partidos Políticos; también de los pirruris que no quieren hablar de la desgracia nacional porque desde su perspectiva no vale la pena, a menos que sean tema de su TikTok y que les dejará ganancias a costa del ridículo de otros, las sábanas de seda les han erosionado el cerebro y llaman nacos a los que luchan una vida mejor; pueblo cansado de que sus representantes de todos los niveles se rían en su cara presumiendo con el sombrero que en esencia y originariamente pertenece al propio pueblo, ya vemos el ejemplo de Ecatepec, Estado de México, que mientras su Presidente Municipal hace fiestas millonarias, los trabajadores se ven precisados a hacer bloqueos para que les paguen sus salarios devengados; hoy los mandatarios son los que mandan y los mandantes son los que obedecen, el esquema se invirtió.

Cansancio de los políticos mediocres que forman sus asociaciones humanitarias disque para ayudar a los desprotegidos, cuando su intención de alcanzar el poder a través de alguna diputación o senaduría, por ejemplo, es tan obvia, que la sola sonrisa mostrada en sus intervenciones son un verdadero insulto para quienes supuestamente pretenden ayudar, pues créanme, esa ayuda se las cobrarán muy cara cuando les exijan presentarse en alguna reunión de apoyo multitudinario, es decir, el acarreo como cobro de apoyos.

Del amor al odio hay un escaso margen de entendimiento, y esa brecha los mismos políticos la están cerrando con sus “actos de gobierno”; el cerrar los ojos a ese estado de cosas por las que hoy nuestro México está pasando, es no entender que las cosas siempre suceden por alguna causa, y esa causa no está surgiendo del propio pueblo, sino de las élites políticas con la llamada “razón de Estado” que cada día está más lejos de las mayorías necesitadas.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

Autor