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lunes, diciembre 30, 2024

De mañana en ocho días: la esperanza de volver a creer

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RETRATOS HABLADOS

Los principios permiten abrigar esperanzas de que todo sea bueno; que, igual al Génesis, sean creados los cielos y la tierra, la luz que acabe con las tinieblas. En el principio de la misma vida humana siempre se guarda la ilusión de que le sea plena de bienaventuranza. Tenemos una profunda predilección por el primer paso de la existencia en cada una de nuestras acciones, por eso se festeja cuando el niño tambaleante, avanza diminutos tramos del universo que es su hogar, y creemos con profunda ilusión que conservará esa suerte y vocación de no caer nunca.

Por eso el día primero de octubre del 2024, de alguna manera dejaremos en los archivos de la memoria, la absoluta certeza que tuvimos hace seis años, cuando dábamos por descontado que la luz se apoderaría del país, para hundir en el fango de la ignominia a la corrupción, al crimen de los que gustaban asesinar y por lo tanto despreciaban la vida humana. Como padres noveles abrazamos la justa y necesaria ilusión de que por fin arribábamos a una etapa única y vital para una nación tan golpeada y humillada como la nuestra.

Usted tendrá su veredicto a estas alturas, y puedo asegurarle que con el profundo conocimiento de quien sabe de la imposibilidad de la perfección, la tendencia a olvidar el compromiso de la vida bondadosa y humana, respeto lo que usted haya decidido, porque nada más inconstante en su trecho por los senderos de la existencia, que nosotros, los humanos.

Y, sin embargo, puedo asegurarle, que, de nueva cuenta, como cada periodo de caída y resurrección, tendremos una renovada esperanza de que todo irá mejor, si su fallo fue positivo, o de que todo puede resurgir de las cenizas, si su fallo fue negativo.

Atribuimos poderes únicos al principio de las cosas porque los ciclos tienen una duración determinada, y nos dan la absoluta certeza de que es posible, siempre y hasta la eternidad, mirar como las tinieblas se llenan de luz, las lumbreras de la noche se convierten en estrellas y nosotros, los simples pero necesarios seres humanos, en la apuesta fundamental, porque seremos los que gocemos o padezcamos los quehaceres creadores del señor del firmamento.

Es decir que estamos necesitados, urgidos de esperanza, de nuevas ilusiones, de vocación para creer, pero con las pruebas de que el camino, ahora sí, será el bueno, el que nos lleve a nuevos horizontes de certezas.

Mañana martes, pero de la otra semana, tendremos en el cargo más importante del país, a una mujer como presidenta de la República, y eso, por principio de cuentas, aminora la preocupación para los que empezaron a ver la imagen del que está a punto de irse, como la burla descarnada al destino de millones de mexicanos que decidieron con coincidir con su visión de la vida.

Claudia Sheinbaum Pardo asumirá de mañana en ocho días, la primera magistratura del país, y pese a todo lo que se ha observado en estos últimos meses, algo de digna esperanza se volverá a propagar en el territorio nacional.

Porque hace falta creer, pero creer con suficiente inteligencia para no volver a la eterna historia de quien luego se siente defraudado o defraudada. Se cree en lo posible, en lo que sabemos ocurrirá, no en milagros solo registrados en el principio de los tiempos.

Se cree cuando se puede creer, cuando no, la empresa es inútil.

De mañana en ocho, por muchas razones, pero fundamentalmente porque nos hace falta a todos, tal vez podamos tener la ligera, pero vital esperanza de que podamos volver a creer.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajurez.mx

X: @JavierEPeralta

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