¿Cuánto tiempo pasó para que el gobierno estatal reconociera que en Cuautepec había robo de hidrocarburo? Mucho, tuvo que entablarse una estrategia nacional para combatir este delito para que se dijera que Hidalgo ocupaba uno de los primeros lugares en robo de combustible, tuvo que suceder una tragedia como la de la noche macabra del 10 de enero de 2019 en Tlahuelilpan y ni así se ha logrado controlar este delito que se ha convertido en la cuna de otros más.
¿Cuánto tiempo pasará para que el gobierno estatal en turno, reconozca la presencia de bandas del crimen organizado? Como en su momento dijo Claudia Sheinbahum, lo que no se nombra parece no existir, sin embargo, en la retórica de la retorcida política actual, ha quedado muy claro que no se puede hacer un operativo de seguridad contra una delincuencia no reconocida pero que permea en los hogares hidalguenses, que da cuenta de gente degollada, baleada, mujeres asesinadas,incluso cuando una estaba embarazada, de niñas asesinadas a tiros y cuyo asesino estuvo a punto de quedar libre por omisiones del Ministerio Público.
En Cuautepec huele a gasolina, los mantos freáticos han comenzado a contaminarse pero ya no se puede decir nada por el temor que ha crecido y ha florecido en el regazo de la impunidad. Y el actuar de las autoridades está limitado a ”asegurar vehículos” que no tienen tripulantes, a “recuperar” miles de litros de combustible sin que se puedan detener los piquetes que cada día surgen en los ductos.
Ojalá el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH) pueda detener la violencia y delincuencia que existe en este municipio de la entidad, ojalá los partidos políticos que hoy se están disputando la presidencia municipal puedan acabar con el huachicol y presentar a los delincuentes o al menos decirles “no cometan actos de violencia ni de hurto nunca más” o para qué era ese pacto de civilidad en el que las autoridades, más que actores, fueron testigos como esos de boda.
Ningún perfil grande ha caído en Cuautepec, tan es así que a pesar del puñado de presuntos delincuentes que se han detenido en los últimos 10 años, las operaciones continúan en la zona, los detenidos son sustituidos por otros, los automóviles, la mayoría de las veces robados, no representan una pérdida para los delincuentes, más tardan en perder una camioneta que en robar un par más.
El simple hecho de que se vaya a brindar toda la seguridad estatal para Cuautepec, pone en un dilema al gobierno y a sus entes, si no existe el crimen organizado para qué tanta seguridad, y si el estado está en paz porqué se permitió que un proceso electoral que debió realizarse en paz y tranquilidad se convirtió en una elección extraordinaria.
Poco a poco la incongruencia va dejando que la verdad salga a la luz, y como en su momento lo dijo el ahora líder moral de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, todavía falta que a todos los funcionarios públicos de hoy y los de la administración pasada, los juzgue la historia.
Y así como las porquerías de obras que entregó en su momento Omar Fayad cuyo gobierno también negó la creciente delincuencia en la entidad, así también saldrá a la luz las negligencias que se cometan en Cuautepec y en cada rincón de la entidad, porque mientras por un lado señalan que todo está bien, los ciudadanos de pie, son víctimas de la delincuencia, son ellos los que constatan que en el discurso hay mentiras, son ellos los que conocen, saben y ubican perfectamente a los delincuentes, son los mismos que callan porque saben que cuando denuncian se ponen una soga al cuello, una soga de muerte con recubrimiento de impunidad.
El que se tenga un proceso electoral, aunque sea limpio y pulcro, al final en la decisión del pueblo estará la sombra del huachicol, de la delincuencia, del fracaso de todos los gobiernos y lamentablemente no hay un sólo candidato o candidata en la que los cuautepequenses confíen para estar mejor, la próxima elección como muchas otras en otros municipios y lugares, servirá solo para elegir al menos peor, pero no por ello esta opción será la mejor.