IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO
Según el Panorama Social de América Latina y el Caribe 2024 de las CEPAL de la ONU, expresa que la demanda de cuidados a largo plazo y de protección social está en aumento debido al envejecimiento demográfico en América Latina y el Caribe, este cambio demográfico reduce la necesidad de cuidados para niños y adolescentes, pero incrementa la demanda para la población mayor, especialmente aquellos de 80 años o más, quienes requieren cuidados prolongados.
A medida que la población mayor crece, también lo hacen los riesgos de discapacidad y dependencia, exacerbados por la falta de protección social y recursos adecuados, las redes familiares de cuidado, ya estresadas por la falta de reconocimiento del trabajo no remunerado, se verán aún más presionadas en el futuro.
Esto crea una crisis de cuidados que afecta especialmente a las mujeres, quienes suelen asumir la mayor parte de esta carga, limitando su participación en el mercado laboral lo que exige fortalecer la protección social, especialmente la no contributiva, para abordar las carencias más agudas en los grupos de bajos ingresos.
En las últimas siete décadas, la región ha experimentado una rápida transición demográfica, aumentando la proporción de personas mayores. Se proyecta que para 2050, la cantidad de personas de 65 años y más alcanzará los 138 millones; aunque hay oportunidades para reformar los sistemas de protección social y de cuidado, los cambios poblacionales generarán una demanda creciente de cuidados, influenciada por la migración y las cadenas globales de cuidados, donde mujeres migrantes desempeñan un papel crucial.
Estas trabajadoras suelen enfrentar condiciones laborales precarias y carecen de protección adecuada, a pesar de los esfuerzos normativos como el Convenio de la OIT sobre trabajadores domésticos, la informalidad y la dificultad para obtener contratos formales son comunes, lo que perpetúa su vulnerabilidad.
No obstante, la alta demanda de cuidados y la escasez de mano de obra en este sector hacen que las cadenas de migración para el cuidado sean cada vez más relevantes, conectando países para satisfacer esta necesidad, a pesar de los desafíos que enfrentan estas trabajadoras en su búsqueda de empleos decentes y condiciones laborales justas.
La población de personas mayores de 80 años está creciendo más rápidamente que la de 65 y más, pasando del 0.5 por ciento en 1950 al 2 por ciento actual, con proyecciones de alcanzar el 5 en 2050 y el 10 en 2075. Este grupo presenta un índice de feminidad superior a 100, debido a la mayor esperanza de vida de las mujeres, que en 2024 será de 154 mujeres por cada 100 hombres. Las desigualdades de género en el sistema de pensiones resaltan la necesidad de establecer sistemas no contributivos y fortalecer la salud pública.
Las áreas rurales, afectadas por la migración hacia las ciudades, presentan un envejecimiento prematuro y menos acceso a servicios de salud, especialmente para las mujeres mayores, muchas de las cuales son viudas; la viudez es común entre las mujeres mayores, lo que aumenta la probabilidad de vivir solas, esta situación resalta la urgencia de fortalecer los servicios de cuidado institucional.
El aumento de enfermedades crónicas entre las personas mayores, especialmente en las mujeres, también incrementa la demanda de cuidados de largo plazo, las políticas de protección social deben ser integrales y centradas en derechos para mantener la funcionalidad y autonomía de las personas mayores, promoviendo la salud a lo largo de la vida.
Finalmente, se prevé un aumento significativo en la población de 80 años y más con discapacidad, lo que generará una presión considerable sobre los sistemas de protección social. Por tanto, la implementación de políticas inclusivas es esencial para apoyar a las personas con discapacidad y sus familias, garantizando su bienestar y acceso a servicios necesarios.