EL PEQUEÑO TIMMY
En la política, los que resultan ganadores o a veces más que perdedores son los familiares de los políticos, muchas veces se ven beneficiados en licitaciones y otras contrataciones de empresas que han creado para venderle al gobierno infinidad de insumos, para la construcción de obras públicas y más. Hay ocasiones que los familiares sólo son prestanombres para que los funcionarios puedan autocontratarse.
No sobran los secretos a voces que ejemplifican esta situación, sin embargo, no siempre los familiares son prestanombres, a veces los familiares tienen sus negocios y al ser detectados como parientes de los funcionarios públicos se les cierran muchas puertas, definitivamente ser familiar, sobre todo cercano de un funcionario público y salir beneficiado es un albur, ya que la historia no miente y varios perfiles que se vieron beneficiados en los momentos de vacas gordas también padecieron después con investigaciones y sentencias que los obligaron a pasar unos años bajo la sombra (tiempos de vacas flacas).
En esta línea tan delgada es muy complicado poder reconocer cuando el funcionario es el dueño del negocio y usa prestanombres o cuando los dueños legítimos son sus familiares, lo cual crea un escenario de injusticia que sin duda perjudica a los honestos pero que aprovechan los buitres para cobijarse ante la legalidad.
Ser familiar de un funcionario público puede ser motivo de reconocimiento y orgullo o de vergüenza y desolación, puede pasar a formar parte de una red de corrupción o simplemente ser señalado por corrupto ante el actuar del pariente que ocupa un puesto en el gobierno.
Aquí cabe hacer un paréntesis para reflexionar sobre todos esos perfiles estúpidos que se dejaron embaucar con la denominada “Estafa Siniestra” y que hoy desde la prisión miran como los responsables continúan sus vidas como si nada hubiera pasado y además, disfrutan del dinero por el que fueron acusados y encarcelados.
Qué decir el pobre Martiniano, tantas licenciaturas y posgrados, que de nada le sirvieron para darse cuenta de lo peligroso que puede ser firmar un papel sin tener un criterio propio y una visión crítica, algo que los estudios debería otorgar pero pareciera que todos esso estudios y posgrados no le dieron herramientas suficientes para poder librar los procesos judiciales que enfrenta y sin haber sido familiar de algún funcionario. Cómo contestaba un gran amigo cuando le decían “adiós licenciado sin título”, a Martiniano le queda la respuesta “adiós títulos sin licenciado, sin maestro, sin doctor” en los albures de la vida, a este perfil como a muchos otros les ha tocado perder, se han quemado en la fogata de la que otros sacan carne asada.
El hecho de que alguna actividad sea legal no siempre quiere decir que sea moralmente correcta, y cuando un perfil decide ocuparse en el servicio público debería tomar en cuenta esto, sin embargo, no hay administración estatal o federal en la que la mancha del favoritismo a ciertas empresas, constructoras o prestadoras de servicios no sea evidente, y aunque el argumento sea que no es de los familiares directos del funcionario que la adjudica, la realidad es que de esta forma se beneficia a gente cercana, a familiares de los amigos o incluso a los amigos que tienen una empresa.
Y no se debe olvidar que por muchos años, el favoritismo por ciertas empresas se debió a los conocidos “diezmos” o moches con los que funcionarios públicos obtenían el 10 por ciento del total del costo de las obras contratadas o productos comprados, práctica que aunque por debajo del agua se mantiene vigente, no de en balde se ve el crecimiento vertiginoso de ciertas empresas, ya sean constructoras, funerarias e incluso algunas con fachadas de museos de miniatura, por no decir más.
Nuevamente, la esperanza del cambio, de la transformación se ve opacado, por una bola de oportunistas, por los buitres que hacen de la política la carroña perfecta, por un sistema podrido en el que las vacas gordas son los funcionarios y el hambre y la pobreza la padecen los ciudadanos. Que en estas fiestas decembrinas el deseo de la justicia no se apague y que el pueblo no se canse de exigir congruencia en sus líderes, políticos y funcionarios públicos.


