Espejos de la realidad
«¿Qué puede decirnos la intimidad de los demás sobre nosotrxs?»
Hay confesiones que nunca fueron destinadas hacia uno, pero aún así nos atraviesan.
A veces basta con pedir el olor de alguien, como si fuera un perfume guardado para rociarlo cuando la vida lo aleja. Basta comprender que la vulnerabilidad del ser humano cuesta, cala, destruye. Y aun así, como escribió ella, matamos lo que amamos.
Y sin embargo, amar sigue valiendo la pena.
Repito: esa confesión no estaba dirigida hacia mí.
Venía de un lugar lleno, sostenido por dos personas que parecían haber inventado su propio modo de cuidarse. Pero lo entendí. Lo quise para mí. Quise ese mecanismo íntimo en el que dos seres se reconstruyen para poder sostenerse mutuamente.
¿Qué puede decirnos la intimidad de los demás sobre nosotrxs?
¿Y quién tiene el descaro de juzgar lo que sucede en ese territorio mínimo donde solo caben dos cuerpos, dos voces, dos formas de nombrarse?
Se gritaban que se amaban.
Se publicaron sus cartas, se hizo un libro y ahora las leemos. Lo único que queda, lo creo porque lo leí, es que hubo un tiempo donde todo cabía.
Chapatengo, 22 de diciembre de 1951
Mi querido Ricardo:
Todos estos días he estado escribiéndote y rompiendo las cartas. Ninguna me ha parecido satisfactoria. Porque tengo algo importante que decirte y no encuentro la manera adecuada. Porque temo no ser exacta y que me interpretes mal. Por eso quiero anticiparte que, diga lo diga, te amo. Pero se me ha presentado una cosa con una absoluta necesidad de ser dicha. Y no tengo más remedio que obedecerla.
*Fragmento de una carta íntima escrita por la autora mexicana Rosario Castellanos a Ricardo Guerra


