Con el Ciclo de la vida y la muerte, cerró la edición número 13 del Festival “Entre Muertos y Catrinas”, organizado por la Dirección de Promoción Cultural de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).
El objetivo de la festividad es preservar las tradiciones mexicanas y acercar a la sociedad en general a eventos artísticos y culturales.
Cabe destacar que el cierre se realizó mediante un espectáculo de danza y música en vivo, denominado “Linín: un ciclo sin fin”, el cuál se presentó en el Auditorio “Josefina García Quintanar”, ubicado en Ciudad del Conocimiento.
La presentación artística contó con la participación de los grupos de danza folclórica infantil y juvenil de “FormArte”, la Agrupación de Danza “Fusiforme”, la Compañía de Danza Experimental Femenil “Cihuatl” y el Grupo de Cuerdas “Raíces”, quienes, a través de la fusión de las disciplinas contemporánea y folclórica, narraron la historia de Itzel, una niña totonaca que despertó en la tierra de los muertos para emprender su viaje en los distintos niveles del Mictlán.
Al terminar su ascenso por el Mictlán, Itzel llegó a la tierra de la vida para continuar su viaje en compañía de sus iguales: niñas de cabellos negros, piel morena y ojos llenos de asombro que cantaban y danzaban al ritmo de las guitarras y los tambores para romper el piso con su zapateado.
Entre sones, faldeos y zapateo, la audiencia fue testigo de las tres etapas esenciales de la vida de Itzel: su infancia, madurez y su vejez. Esta última fase la envolvió en un caudal de telas blancas que representaron el río Papaloapan, para después aparecer con el traje blanco típico de Veracruz con el que emprendió el viaje de regreso al origen.
Al ritmo de “La bruja”, un son veracruzano emblemático de la época del retorno de las ánimas, Itzel se dirigió al ocaso de su vida para reunirse con quienes años antes se adelantaron al Mictlán. Allí fue recibida por la misma muerte, con quien danzó por última vez.