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lunes, diciembre 9, 2024

Como dijo José Alfredo: “en México, la vida no vale nada”

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PUNTO DE VISTA

Hace muy pocos años, la violencia no estaba generalizada; de hecho, casos como el de Diego Santoy, o el homicidio doloso de Paco Stanley, conmocionaban a los mexicanos. Estos dos hechos acapararon portadas y noticieros por meses. Ni qué decir del “Mocha Orejas”, o los primeros secuestros que se daban, como lo fue el del entrenador de fútbol, Rubén Omar Romano. 

De manera desastroza, y sin que nadie se diera cuenta, nos comenzamos a insensibilizar de lo que pasaba; ya era común ver en los noticieros, las encarnizadas masacres que se suscitaba en el país; claro, siempre focalizado en algunos Estados. 

Pasamos de 60 mil homicidios dolosos, del periodo de Vicente Fox, a la escandalosa suma de 122 mil muertos de manera violenta con Felipe Calderón. Estamos hablando de una cifra terrorífica.

Platicaré una historia muy triste para quienes trabajaron en corporaciones policíacas en esos años: por allá de 2008-2009, observaron en la capital del Estado cómo, muchos de los uniformados, ya no respondían el Matra, sino Nextel en ese entonces de moda; claro, estos teléfonos les eran proporcionados por jefes del crimen organizado. Vieron, con tristeza, cómo se ponían entre ellos (término para decir que los entregaban a la mafia), para ya nunca encontrarlos. A muchos les tocó atender a familiares de los policías, preguntar por ellos: por qué no habían regresado a casa. 

Nadie sabe qué pasó en esa época, pero usted lo recuerda bien: en 2009 detuvieron a más de 100 policías en la capital del Estado. No se sabe qué tanto tenga que ver pero, para variar, el de siempre era Presidente Municipal. En fin, son de las páginas negras que nadie quiere recordar.

 Hubo incluso secuestros cometidos en vehículos oficiales. Afortunadamente, para la ciudadanía, el gobierno federal con el Ejército ejerciendo su mando real, logró desarticular ese cáncer del crimen. Claro, después de detenerlos masivamente, muchos, por cierto inocentes, fueron absolutamente maltratados; si no lo sabe, murieron algunos en cárceles veracruzanas, porque en semanas no les daban agua, sino solo refresco para tomar. 

Todos critican la guerra declarada en aquellos años contra los cárteles pero, si alguien lo pregunta: era necesario. Lo vivido fue absolutamente macabro, nadie tiene  palabras para describir lo sucedido, porque, en las corporaciones policiacas, tenían que trabajar de manera normal, aún y cuando sabían, por ejemplo, que un día antes habían desaparecido a un elemento; y, lo más cruel, a manos de ellos mismos. 

No pocos pasaron muchas tardes pensando, que solo se arriesgaba a los jóvenes de una manera absurda , pues quien quiere conseguir sustancias tóxicas las consigue, sin ponerse a pensar en todas las personas que, por tratar de combatir esa práctica, quedan abatidos como canes que no alcanzan a cruzar la calle. 

Ese es el origen del desagrado de muchas personas por ex funcionarios hidalguenses de primer nivel, que tenían por costumbre ese consumo. 

Siempre se les habrá de criticar, lo poco que les importaba la vida de los jóvenes que, a diario, salían a combatir a los delincuentes organizados; en fin, allá ellos, pero sin duda, la sociedad en su conjunto, todos en lo personal, los tendré en el peor concepto. Y, sin duda, sabe usted bien de quién se habla en toda la sociedad hidalguense.

Ojalá, y lo digo en serio, la violencia global del país, no nos alcance en nuestro Estado.

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