RETRATOS HABLADOS
Claudia Sheinbaum es, ya, presidenta electa de México. Al recibir su constancia de mayoría, concluye uno de los capítulos más intensos y complicados en la vida del país. Seremos testigos en las próximas semanas de la delineación y conformación clara de lo que será el próximo sexenio en manos de una mujer, ciertamente inteligente, pero también con la sombra de un, ya casi, ex presidente de la República, al que simplemente no podemos ver sin el manejo absoluto del poder.
En este asunto, en el poder, y sé que hablamos de un tema redundante en todo el sentido de la palabra, es donde podremos observar si Andrés Manuel López Obrador, para estos momentos un personaje histórico en la vida del país, podrá dar ese paso que lo convierta de manera permanente, en un ejemplo palpable de la capacidad para reconocerse simplemente mortal, y de ninguna manera como un ser obnubilado por la vocación de ser caudillo.
Dos destinos en un mismo capítulo: por un lado, de Sheinbaum, con todas las posibilidades. Un destino en el que ella sea la decisión plena, sin estorbos o piedras en el camino. Otro, si el camino, desde estos momentos, está lleno, atascado de señalamientos que indiquen una ruta sin posibilidades de modificación alguna.
Por tradición, y, por costumbre, el primer día de un expresidente de México, reunía todos los requisitos para empezar un largo y eterno descanso, porque ser jefe de una nación era la meta máxima para cualquier político. Se entendía que después de ese cargo público, ya nada podía esperar quien lo había desempeñado.
En esta ocasión, las cosas cambian radicalmente, porque Andrés Manuel López Obrador es un personaje distinto a todos los que le antecedieron, y quizás sólo sea posible encontrar a alguien semejante en la historia Patria, con caudillos que se creyeron poseedores hasta la eternidad del poder, con todas sus complicaciones y errores.
El actual presidente se sabe parte del pensar de los mexicanos, está seguro que su inclusión en los anales históricos es una realidad absoluta, pero también empieza a caer en la tentación de qué su vida política, si bien no empieza, si está por arrancar un nuevo capítulo: el del poder que pudiera ser para siempre.
Sus razones le asisten, porque al final de cuentas logró llevar a la práctica todos y cada uno de los proyectos, al menos los políticos, que tenía previstos; logró, para empezar, llevar a la extinción a un partido político que se pensaba de vida eterna, y me refiero al PRI, por supuesto.
En medio de este razonamiento se sitúa la presidenta electa, por muchas razones, una mujer talentosa, pero también amarrada, por decir así, al destino de quien la colocó en el camino del poder.
El camino de la política, sin embargo, es largo y sinuoso. Complicado, con vericuetos, con trampas incluso que llegan a transformar de manera radical un futuro que se antojaba primoroso. Por el bien de la nación debemos esperar que el estilo personal de gobernar de la próxima primera mandataria, tenga como esencia la virtud de buscar un futuro real y viable para la nación.
Lo hecho, hecho está. El futuro que ahora se aproxima para México, deberá atender las demandas fundamentales que tiene que ver con la SEGURIDAD, porque sin la certeza de qué la vida dejará de estar al filo de las posibilidades, se hace tarea imposible cualquier otra posibilidad.
El día de hoy, por principio de cuentas, ya contamos con una presidenta electa. La historia del país pudiera ser otra a partir del toque fundamental que una mujer puede dar el poder; se entiende que debe ser otro, se entiende que la sensibilidad, la paciencia y la capacidad de ser tolerante, abonarán en beneficio del sexenio que está por empezar.
Que sea para bien de todos, lo deseamos sinceramente.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
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