RELATOS DE VIDA
Unas horas brindando con cerveza fueron suficientes para desinhibir aquello que no debía salir, el alcohol sacó los odios y rencores con palabras altisonantes que después de unos momentos fueron acompañados con abrazos y sonrisas.
Después de horas de plática, recordando anécdotas y enfrentando miedos, los ánimos cambiaron, los cuerpos se calentaron, y los abrazos pasaron a besos y caricias subidas de tono, en donde lo prohibido era aceptado con deseo y pasión desbordante.
Acariciaron zonas que ni siquiera imaginaron se atreverían a tocar, penetraron lugares que anteriormente estaban prohibidos penetrar por el pudor, el tabú y el orgullo, pero en esta ocasión las puertas de todo lugar oscuro se abrieron mágicamente, provocando satisfacción y más deseo.
El ambiente duró por varias horas con un énfasis interminable, hasta que los cuerpos no contaban con más energía para continuar con la intensidad, quedando dormidos y desnudos, y aun con ganas de que el encuentro se repitiera muchas veces más.
Sin embargo, al siguiente día, la luz regresó la realidad y el ambiente se tornó áspero, con imágenes distorsionadas de lo que habían vivido y sentido, salvo la evidencia de sus cuerpos desnudos, impregnados de olores y fluidos mezclados, por una lucha carnal intensa y reconfortante.
Se miraron fijamente a los ojos y luego recorrieron sus cuerpos con una mirada acusadora, para después desviarla en búsqueda de ropa, comenzar a vestirse y recoger el desorden generado en la noche, y finalmente despedirse sin acercamiento, con vergüenza y con la duda si volvería a repetirse o si todo terminaría finalmente, como debió haber pasado hace muchos años.