Chile registró una participación del 84,4 por ciento de los votos en la primera vuelta celebrada este domingo en la que votaron 13,3 de los más de 15,7 millones de personas que estaban llamadas a las urnas, lo que supone la mayor participación de la historia en unas presidenciales.
A diferencia de la primera vuelta de 2021, cuando votó el 47,6 por ciento del padrón (7,1 millones), este domingo el voto era obligatorio, bajo riesgo de multas de hasta 104 mil pesos chilenos (cerca de 112 dólares).
La izquierdista Jeannette Jara, exministra de Trabajo del actual Gobierno de Gabriel Boric, ganó con un 26,8 por ciento de los votos, seguida de cerca por el ultraderechista y líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, que se hizo con un 23,9 por ciento, según el 100 por ciento de las mesas escrutadas.
Como ninguno consiguió el 50 por ciento más uno de los votos, habrá una segunda vuelta el 14 de diciembre.
La gran sorpresa de la noche fue el populista de derechas Franco Parisi que, como en las presidenciales de 2021, va en tercer lugar, con el 19,7 por ciento y un considerable avance en las regiones mineras del norte del país.
La obligatoriedad se implementó en 2022 para el plebiscito sobre la primera propuesta de nueva Constitución y luego de varias elecciones con una bajísima participación, producto de la desafección de la ciudadanía con la clase política.
La incógnita de estas elecciones era a quién favorecería el voto obligatorio y cómo se decantaría ese grupo de votantes que habitualmente no acudía a las urnas, compuesto principalmente por jóvenes y sectores populares despolitizados y sin una ideología definida, según expertos.
A la incertidumbre del voto obligatorio, se sumaba este domingo la del voto migrante, ya que Chile es uno de los países con mayor flexibilidad para permitir el voto de los extranjeros y los migrantes, principalmente venezolanos, se han duplicado desde 2017.


