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jueves, julio 17, 2025

Chavo

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MEMENTO

“Yo sigo en lo mío y no los ocupo ni pa’ carcajadas, 

acuérdense que Kiko enviaba al Chavo y no tenía nada”

El Envidioso – Los Dos Carnales

La palabra Chavo no tiene un origen etimológico claro, una hipótesis es que proviene del caló (lengua gitana) chavo o chavó, que significa muchacho o joven. En España el uso de Chaval es muy común. Existe otra teoría interesante que relaciona la palabra chavo con una fracción de moneda, específicamente un octavo de real. En los siglos XVI–XIX, en España y sus colonias (como México), circulaban monedas de real. Existía una moneda pequeña llamada:  Octavo de real (1/8 de real), que por su bajo valor era usada en transacciones menores.  En algunos lugares, esta moneda se apodaba chavo (por deformación de ochavo), al ser el chavo una moneda de escaso valor, se usaba para referirse a cosas o personas pequeñas, con el tiempo, se aplicó a niños o jóvenes.

Hace algunos años, muchos, bastantes, demasiados años, hizo su aparición “El Chavo del Ocho”, hoy, cinco décadas después, es un programa que sigue en la memoria de una gran parte de la población, ¿Y cómo no, si la televisora madre del programa no ha dejado de transmitirlo mediante la televisión abierta en sus diferentes versiones? La original y la animada.

Que por cierto para quien dice que Televisa es responsable de los programas basura que tanto dañan la sociedad, hoy con tanta diversidad de programas, muchos seguimos viendo ese tipo de comunicación a través de redes sociales, streaming o hasta en medios digitales.

Sé muy bien que sueno exagerado cuando comento mi repulsión hacia “EL Chavo del Ocho”, es verdad, mi primo alguna vez me recordó cómo nos reíamos viéndolo, lo chido de esa frase es que hace referencia al pasado, pues en su momento quizá nos era gracioso, pero ya no tenemos la edad en que lo veíamos, y quiero pensar que tampoco la mentalidad, uno madura y comprende que no es sano enseñar que la violencia física y verbal que se manejaba en ese programa; menos aún sin la compañía de un adulto que sirviera como guía, pior si el adulto guía lo veía como algo bueno. El por qué de mi aberración es que, creo firmemente que ese tipo de programas ayudó a que la violencia en diferentes modalidades fuera normal para algunas personas.

Algunas de las cosas que veía en el programa son: la serie era irrespetuosa, con una clara alusión al maltrato infantil y violencia doméstica. Su humor pasó de ser repetitivo a tedioso, aburrido y redundante, repitiendo sketches y frases, que llegaban al hastío. Parte de lo escrito por Roberto Gómez Bolaños era copia de otros programas de la televisión estadounidense, como “Los tres chiflados”, «El gordo y el flaco” y algunos más. Lo pior del Chavo fue la herencia de ese humor simplón, basado en pastelazos; un legado que llegó hasta los noventa, siendo “La Risa en Vacaciones” uno de sus mayores estandartes.

Según mi percepción, El Chavo, representaba la sobrevaloración a la pobreza; La Chilindrina, una oda a la manipulación y berrinches; Quico, la envidia hecha cachetes; Ramón, la astucia de la tranza; Florinda y Cleotilde encarnaban la soberbia, porque hasta en los pobres había clases; Barriga, el odiado adinerado; Ñoño, la sobrerecompensa de alguien consentido; Jirafales, el desprecio hacia el conocimiento y la burla hacia la educación.

Sobre todo, creo que el programa era un clásico enaltecimiento a la pobreza, y la demonización de la riqueza. Esa dicotomía solo le servía al Estado para seguir manipulando el odio a un sector.

Fuera de todo lo anterior, la Ch es un sonido distintivo de nuestro idioma, de nuestra mexicanidad, la Ch suena chido, chulo, chistoso, chévere, chipocludo, suena chingón. Es de lo poco que es rescatable para su servidor.

La conseja de hoy.

Puedo comprender que la nostalgia nos haga percibir lo vivido como algo maravilloso, sin embargo, no todo es como lo recordamos. El pasado no es destino, ser parte de la generación Ochochavista no significa seguir chispoteándola. Y como dijera mi Awe: «No seas cómo la flor silvestre que marchitó el olvido».

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