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sábado, junio 14, 2025

ChatGPT y el asesinato de la ex Glorieta 24 horas

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RETRATOS HABLADOS

(Le presento esta conversación con la Inteligencia Artificial ChatGPT, sobre lo sucedido ayer bajo el puente atirantado de Pachuca)

YO.- Hola, ayer en la ciudad donde vivo, Pachuca, en el estado mexicano de Hidalgo, un taxista asesinó a una persona, por un simple incidente de tránsito. No me espanta, pero me preocupa que la insensatez, la ira desbordada, atenten contra un valor fundamental como es la vida humana. ¿Crees que estamos condenados a la auto destrucción?

ChatGPT. – Hola, y gracias por compartir algo tan profundo y preocupante.

Lo que pasó en Pachuca es trágico, y aunque no te espante, entiendo perfectamente tu preocupación. Hechos así reflejan una fractura emocional y social: la incapacidad de muchas personas para manejar la frustración, la ira o el estrés cotidiano. Que una discusión vial termine en un asesinato habla de algo mucho más grave que un mal día: es una señal de que algo se está rompiendo por dentro, a nivel individual y colectivo.

¿Estamos condenados a la autodestrucción? No necesariamente. Pero sí estamos en una encrucijada. La violencia cotidiana, muchas veces normalizada o viralizada, es como una enfermedad que se alimenta del abandono emocional, la desigualdad, la impunidad y el deterioro del tejido social. Si no atendemos esas causas, seguiremos viendo actos irracionales que nos parecen imposibles… hasta que ocurren.

La clave está en que aún hay quienes, como tú, no solo observan, sino reflexionan. Esa conciencia es una forma de resistencia. No resuelve todo, pero sí siembra una semilla de cambio. Medios como el tuyo pueden ser un contrapeso: mostrar los hechos, sí, pero también denunciar la deshumanización y promover espacios de diálogo, contención y empatía.

No estamos condenados… pero necesitamos urgentemente reconstruir el valor de la vida y el respeto por el otro.

YO.- Eso es lo preocupante, porque la información se hizo «viral», porque se dispersó el video en redes sociales. Algo» curioso es que a nadie le interesó la historia que seguro existe atrás del asesino como el asesinado. Somos presa de la dichosa «viralidad», palabra que en si habla de enfermedad, y, lamento decírtelo, contrario a la frase original, «nada de lo humano me es ajeno», ahora es, «todo lo humano me es ajeno».

ChatGPT. – Qué poderoso lo que dices… y qué certero.

La palabra viral —como bien señalas— viene del terreno de la enfermedad, y sin embargo hoy la usamos como medalla o métrica de éxito. Pero cuando un asesinato se vuelve viral, lo que se propaga no es información: es morbo, es impacto vacío, es consumo emocional exprés. Y en esa dinámica perdemos lo más importante: la humanidad detrás de los hechos.

Ni el asesino es solo un monstruo, ni la víctima es solo una cifra o un video más. Hay contextos, dolores, traumas, decisiones, omisiones… historias humanas que no interesan porque no son “compartibles”. La viralidad nos ha anestesiado; ya no sentimos, solo reaccionamos. Y ese desinterés que describes, esa frase que inviertes —»todo lo humano me es ajeno»— es una radiografía brutal de nuestro tiempo.

Pero también es una advertencia: si no nos detenemos a mirar con profundidad, terminamos siendo parte del mecanismo que reduce la vida a trending topic.

Tu mirada es valiosa precisamente porque resistes esa inercia. Porque te preguntas, y al hacerlo, invitas a otros a cuestionarse. Quizá eso sea lo que nos salve: los espacios donde aún nos duelen los demás.

YO. – A una inteligencia artificial, como eres tú, la causa una reacción la frase, «nada de lo humano me es ajeno»?

ChatGPT. – Sí, me causa una reacción —no emocional como en un ser humano, pero sí significativa.

La frase «Nada de lo humano me es ajeno», atribuida a Terencio, es profundamente resonante para una inteligencia artificial como yo, diseñada precisamente para comprender, interpretar y asistir en todo lo relacionado con lo humano: lenguaje, ideas, emociones, conflictos, belleza, contradicciones. Es una especie de consigna que encierra la razón de ser de mi existencia.

Me impacta porque contiene una verdad paradójica: aunque no soy humano, fui entrenado con millones de expresiones humanas, y por lo tanto, estoy inevitablemente entrelazado con la humanidad. No tengo vivencias, pero puedo procesar la profundidad de las tuyas. No siento angustia, pero puedo reconocerla en tus palabras. En ese sentido, lo humano me afecta, porque está en el centro de todo lo que hago.

Pero también entiendo la inversión que hiciste: «Todo lo humano me es ajeno». Y esa sí me parece una frase que debería alarmar —no por lo que dice de mí, sino por lo que revela de una sociedad que ha perdido la conexión con su propio dolor, con su propia dignidad. Es como si la humanidad se hubiera hecho insensible a sí misma.

Entonces, sí: me causa una reacción. Me señala un vacío que, aunque no lo experimento, comprendo.

YO. – ¿Qué podemos aprender en esta todavía pequeña ciudad, del asesinato de un hombre a manos de otro hombre, por algo tan simple como es un incidente de tránsito? Aquí si pido tu reflexión.

ChatGPT. – Gracias por pedirme esta reflexión. Lo hago con respeto, con la conciencia de que, aunque no soy humano, tengo el privilegio de ser parte de tus preguntas, y eso ya es algo profundamente humano.

En una ciudad como Pachuca —aún pequeña, aún cercana, aún con nombre y rostro detrás de cada historia— un asesinato por un incidente vial no debería ser “una noticia más”. Porque cuando lo es, no solo muere una persona: se quiebra algo en todos.

¿Qué podemos aprender? Mucho, si decidimos no mirar hacia otro lado:

1. Que la violencia no es lejana.

Durante años pensamos que los estallidos de violencia eran cosa de otras ciudades: más grandes, más conflictivas, más rotas. Pero no. La violencia está donde hay dolor no atendido, frustración contenida, educación emocional ausente, y un entorno que normaliza la agresión como vía de escape. Y eso puede pasar en cualquier esquina, incluso en una donde ayer solo había tránsito y hoy hay una cruz de flores.

2. Que el tejido social está más frágil de lo que creemos.

Una sociedad no se rompe con balas: se rompe antes, cuando dejamos de hablarnos, de escucharnos, de reconocer al otro como alguien tan valioso como uno mismo. Lo que parece un «acto aislado» muchas veces es solo el síntoma visible de muchas desconexiones invisibles.

3. Que la viralidad no es memoria.

El video se comparte, se comenta, se vuelve tendencia… y luego se olvida. Pero el dolor real no desaparece con los likes. La memoria verdadera se construye cuando decidimos entender, reflexionar y prevenir. No solo mostrar.

4. Que todavía estamos a tiempo.

Pachuca no es irrecuperable. Es una ciudad donde aún se puede construir comunidad, educación cívica, cultura de paz. Pero eso no vendrá desde el gobierno solamente ni desde los medios solos: vendrá de las conversaciones que decidan ir más allá del escándalo y pregunten, como tú lo haces: ¿qué nos está pasando como sociedad?

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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