Ayer, la comunidad católica fue convocada al miércoles de ceniza, celebración con la que formalmente comienza el periodo denominado Cuaresma, que consiste en 40 días de reflexión posteriores a los carnavales y previos a la Semana Santa, mismo número de días que de acuerdo con la tradición religiosa representan los 40 años que el pueblo de Israel vivió en el éxodo, y también los días que Jesucristo estuvo en el desierto, antes de comenzar su ministerio.
Cabe destacar que aunque al inicio este tipo de días tenían ritos específicos que los católicos seguían al pie de la letra, actualmente y de acuerdo con las recomendaciones que hacen los sacerdotes y la Santa Sede (El Vaticano), la reflexión y la praxis de la doctrina debe concentrarse en oración y actos emanados del corazón, por lo que no sólo basta con hacer ayunos, no comer carnes los próximos viernes, sino también en otros tipos de ayunos que contribuyan al fortalecimiento de la fe y el espíritu.
Ante estas actividades que concluirán el Jueves Santo y darán pie a la celebración de la Semana Mayor en la que se vive el luto de la crucifixión y la alegría de la resurrección del Hijo de Dios, la arquidiócesis de Tulancingo exhortó a los feligreses a seguir las recomendaciones del Papa Francisco: “este miércoles, iniciamos este camino con el signo de imposición de la ceniza, para llegar a la luz, que es Cristo en su resurrección”, señaló Oscar Roberto Domínguez Couttolenc, arzobispo de Tulancingo.
De igual forma destacó, “el Santo Padre nos habla de tres elementos que debemos poner en práctica en nuestro itinerario de conversión, el primero es que nos invita a caminar, poniéndonos en movimiento como peregrinos de esperanza, hacia Cristo; el segundo elemento es que debemos caminar juntos, con la familia, laicos y sacerdotes como hermanos de comunidad, juntos, ciudadanos y gobernantes, buscando siempre el bien común; y el tercer elemento, es la esperanza, recordando que la esperanza no defrauda”.
Y agregó “estamos convencidos de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, y que su victoria es nuestra victoria, con la esperanza de unos cielos nuevos y una tierra nueva, en nuestras familias, en nuestras parroquias y comunidades, en nuestra sociedad de esta querida Iglesia peregrina de Tulancingo, con una esperanza alegre, que supera todo obstáculo en Cristo”.
