RELATOS DE VIDA
Es cierto que la vida no es fácil, y si bien mi vida no lo ha sido, en estos momentos mucho menos, cada instante y cada día me levanto con la expectativa, aún con miedo y zozobra de lo que tendrá, pero no desisto, se que vienen tiempos buenos y que todo el trago amargo, también en el paso de los días será solo un aprendizaje, aprendido a la vieja escuela, a la mala, con reglazos, y aunque no tengo la culpa de todo, me hago responsable, porque es consecuencia de las decisiones que tomé.
A veces dudo si soy una buena persona, una buena mujer o una buena madre, y de lo único que estoy segura es que diariamente, al sonar la alarma, abrir los ojos, levantarme de la cama y comenzar el día preparando el almuerzo y lunch de mis dos amores, hago el mayor de mis esfuerzos para no tirar la toalla, para seguir adelante y brindarles el apoyo y la felicidad que merecen, con lo que tengo y como puedo.
No soy una víctima, soy el resultado de mis acciones, mis decisiones, mis pensamientos, y ahora mi trabajo debe concentrarse en eliminar todos los pensamientos y emociones negativas, la ira, el coraje, el odio, el rencor, la sed de venganza y de justicia, que sólo envenenan y debilitan mi esencia y mi espíritu.
Sé que no soy mala, me lo dicen los actos de cariño, de compañerismo y de solidaridad de todos los que se encuentran a mi alrededor, pero aún así muchas de las ocasiones lo dudo, así que se suma otro trabajo más: reconocer mi valor, lo que soy y lo que tengo en el corazón.
Sin olvidar, el trabajo de librar con los mejores resultados, el proceso legal que tanto desgasta a las personas que lo pasan, por el que estoy pasando, y por el que termina un círculo vicioso, negativo, tóxico, sin futuro, sin prosperidad y muchos menos felicidad, que por mucho tiempo aplacé con la maldita esperanza de que algún día todo cambiaría.
Pero pese a las dudas insistentes que me latiguean en mi caminar diario, reconozco que el cambio solo provienen de mi, que soy yo la que debe hacerlo, por mí y por mi hermosa descendencia, que también ha luchado como todos unos guerreros por tener tiempos de paz, estabilidad, paz y alegría.
Me espera un largo camino, pero la vida también me ha enseñado que nada es fácil en esta vida, porque todo lo que llega de esa manera, de esa misma forma se va.
En algún tiempo, espero no tan lejano, los cicatrices de guerra me recordarán que soy un ser humano, que tengo derecho a equivocarme y a pagar por esas equivocaciones, pero también tendrán memoria de que soy una mujer valiente, con inmenso valor, con un gran corazón e invaluables sentimientos, y que solo fue una pesadilla de la que salí victoriosa y mucho más fuerte que antes.