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jueves, agosto 14, 2025

Cabezas clavas de los «guerreros de las nubes» del Antiguo Perú emergen en nuevo hallazgo

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Los vestigios de más de 200 edificaciones circulares de los chachapoyas, una de las civilizaciones prehispánicas que habitaron el Antiguo Perú antes que los incas, fueron descubiertos en el norte de los Andes peruanos, una de ellas con dos singulares «cabezas clavas», piedras con forma de cabeza humana que colgaban de los muros de estas construcciones.

El hallazgo, que tuvo financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), se realizó en el sitio arqueológico de Ollape con el uso de la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permitió escanear desde el aire la orografía para identificar las estructuras ocultas bajo los bosques, la vegetación y la tierra.

«Sin el apoyo de esta tecnología, hubiese sido mucho más costoso, en tiempo y dinero, reconocer estas más de 200 estructuras arqueológicas», comenta Pablo Solís, director del Instituto de Investigación, Arqueología y Antropología Kuélap (Inaak) de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza (UNTRM) y director del proyecto arqueológico Xalca Grande.

La gran sorpresa llegó cuando en uno de los edificios se encontraron con dos «cabezas clavas», dos esculturas talladas en roca con un soporte para ser insertadas a modo de clavos en los muros de piedra, con una función presumiblemente ornamental.

Estos monolitos, trabajados en piedra oscura, muestran sendos rostros de mirada penetrante, nariz prominente y dientes rechinantes, con un estilo similar a los tradicionales sarcófagos de barro donde los chachapoyas enterraban en lugares inaccesibles.

«Estas ‘cabezas clavas’ estaban empotradas en la parte de arriba del edificio y, con el paso de los años, han caído y han quedado enterradas», explica el arqueólogo Omar Falconí, que realizó el hallazgo de estas litoesculturas, poco habituales de encontrar todavía en un centro de los chachapoyas.

La estructura donde estaban insertadas estas «cabezas clavas» también cuenta con un friso peculiar en forma de zig zag que se diferencia del resto de construcciones y que apuntaría a que se trataba de un espacio especial, de una importancia mayor que el resto.

Todos los bienes arqueológicos recuperados serán llevados ahora a laboratorio para ser estudiados, analizados y clasificados, y posteriormente serán exhibidos en el museo comunal de La Jalca, lo que «ayudará a que (sus habitantes) sepan cuidarlo».

En las excavaciones también han participado vecinos y vecinas de La Jalca, quienes «están colaborando con nosotros en la excavación, y se están identificando como su patrimonio cultural que pertenece a La Jalca Grande», comenta Solís.

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