La ciudad inglesa de Birmingham dio su último adiós el día de ayer a Ozzy Osbourne (1948-2025), su ‘príncipe de las tinieblas’, en un emotivo cortejo que llevó el féretro del rockero a través de puntos emblemáticos de la urbe ante miles de personas que abarrotaron las calles.
Desde primera hora de la mañana, las inmediaciones del llamado puente de Black Sabbath, donde se encuentra el banco dedicado al grupo del que fue vocalista hasta su muerte el pasado 22 de julio, se llenaron de fanáticos del grupo que vistieron camisetas y chupas de cuero con su nombre, junto a carteles con mensajes de despedida.
La procesión con el coche fúnebre, escoltado por la policía y seguido de varios furgones con familiares y amigos, comenzó a discurrir por distintos puntos de la ciudad, como el Villa Park, el estadio del Aston Villa, del que era aficionado.
Ese punto se ha convertido desde el fallecimiento de Osbourne en un punto de culto y recuerdo a la figura del rockero, en el que se agolpan flores, imágenes, velas y otros recuerdos que pudo observar de cerca el alcalde de la ciudad, Zafar Iqbal, que recibió allí a la comitiva.
Al llegar al banco de Black Sabbath, el cortejo se detuvo y los familiares y amigos de Ozzy, entre los que se encontraba visiblemente emocionada su viuda, Sharon Osbourne, y sus hijos, Jack, Kelly y Aimee, depositaron flores y recibieron la ovación de los allí congregados, a la que respondieron esbozando el símbolo de la paz levantando sus manos.
Al discurrir por las calles de Birmingham le siguió un funeral privado organizado por el Ayuntamiento de Birmingham en coordinación con la familia Osbourne, que ha financiado el evento.