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martes, diciembre 10, 2024

AÚN HAY ESPERANZA

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COMO YO LO VEO

Las Olimpiadas de París en su edición número 33, es sin duda un aliento de esperanza de que el mundo puede ir mejor. Por lo menos durante el evento, que empezó el 24 de julio y terminará el 11 de agosto, pareciera ser que el mundo se olvida de las guerras que se libran en Ucrania y Palestina. Además, tomamos un respiro en México donde un día sucede un crimen y al otro igual.

Sabemos que los problemas van a subsistir donde haya violencia y guerra. En México continúan los crímenes  y los criminales tienen tomada gran parte del país, pero las Olimpiadas enseñan otro rostro, el rostro amable de la esperanza.

Nos volvemos a sentir orgullosos del ser humano, porque son jóvenes sanos que no  buscan obtener ventaja de los demás, compiten en buena lid por obtener una medalla y el reconocimiento en actividades a las que han entregado varios años de sacrificio en sus entrenamientos.

Y cuando los vemos a varones y mujeres tirar con sus arcos, correr, jugar voleibol, fútbol, atletismo, natación, reconocemos en ellos a lo mejor del ser humano cuando busca saltar más alto, ser más rápidos y ser más fuertes, con el único fin de “jugar”, de “divertirse”, de unirse a otros seres humanos.

En México, estamos hartos de presenciar cada día asesinatos, de presenciar cada día las acciones de los peores seres que buscan sólo el dinero al que han convertido en su dios, y no les importa quitar la vida a decenas, a cientos, a miles de personas, muchas de ellas inocentes, con tal de obtener millones y millones acumulados en cartuchos o en bancos. Y saben que envenenan y matan a miles en Estados Unidos y en México donde consumen sus venenos.

Por eso es reconfortante ver a estos atletas concursar con el espíritu sano, con la mente sana y así, se convierten en nuestro orgullo, sean del país que sean, nos hacen sentir que son nuestros hermanos, que el ser humano es bueno.

Son otros también los jóvenes  que en la motocicleta bajan y en forma por demás cobarde apuntan por la nuca a un ser humano y lo matan sin más y huyen. 

Repulsan, dan asco y pensamos: “no pueden ser seres humanos quienes hacen esas atrocidades”. Nos hemos acostumbrado a vivir en la podredumbre, en la miseria humana. Hemos pensado que México no tiene futuro bueno, sino sólo muerte, crimen, desprecio hacia los demás.

Pero eventos como el de París, nos dejan un buen sabor de alma, nos reconforta el saber que hay jóvenes buenos que no matan, sino tratan de embellecer al mundo con su presencia.

Hay esperanza para México y para el mundo, con muchachos y muchachas como los que participan en las Olimpíadas y dejan un claro ejemplo a los niños y niñas, quienes buscarán ser como ellos. ¡Estamos orgullosos de todos ustedes que buscan y logran con su presencia y actuación alcanzar niveles más altos en todos los órdenes del quehacer humano!

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