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lunes, julio 14, 2025

Atados a la noria de la historia

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RETRATOS HABLADOS

En realidad, todas las barbaridades que cometen gobernantes de países súper poderosos, poderosos, regularmente poderosos, y de plano débiles, ya han sucedido con la complicidad de una mayoría y una minoría del llamado pueblo de una nación.

El de las mayorías asegura llevar en sus manos la voluntad de todo un país al que dice servir con devoción, incluso dispuesto al martirio por defenderla. Los segundos antes jugaban ese primer papel, pero al perderlo por torpezas y corrupción, ahora son enemigos de los que hacen lo mismo que ellos hacían, pero, “despertados a la realidad”, se dan cuenta que, esos otros, ahora “usurpadores” de lo que “era de ellos”, son poco menos que demonios del mal.

Así que arrancan una nueva era, caracterizada regularmente porque gustan destruir todo lo que la ahora minoría hicieron en su larguísimo periodo de poder, con el lamentable hecho de que, ya encarrerados, arrasan incluso con lo bueno que pudieran haber tenido esos emisarios del pasado. De este modo, dan cuenta de una obediencia ciega y ajena a todo razonamiento, a un destino manifiesto en el que todo cambia para quedar igual. Ni mejor, ni peor: igual.

También, con absoluta regularidad, descubrimos que en la ahora “mayoría”, han logrado colarse un número indeterminado de integrantes de la antigua mayoría que condenaba a las “minorías” y caen en la cuenta de que es posible transitar de un lugar a otro, incluso sin modificar su discurso. Aunque está claro que buena parte de los que simplemente no tuvieron pase automático, se verán forzados a declarar públicamente, que “estaban cegados por la avaricia y la soberbia, y hoy somos libres por obra y gracia divina”.

Eso pasa en los países francamente débiles, pero en los que no es así, se despierta el ánimo del que llegó a la primera magistratura, primero de cobrar venganza en contra de los que le pusieron trampas para arribar a la presidencia, y después, de plano, arrasar todo el planeta, porque tienen los recursos para hacerlo, porque una cosa es la caída de una nación, y otra la de un imperio. Los imperios se llevan entre las patas a países que ni vela tenían en el entierro.

Pero también, porque una locura aldeana afecta a sus aldeanos, la de un personaje como Trump es otro asunto, que bien puede producirse en clásicas y típicas guerras que organizan con terceros para venderles armas, o, en su momento cúspide, en una que involucre a otros de sus congéneres igual de desquiciados. Y ahí sí, está en juego incluso el destino de la raza humana. Pero no pasa nada, porque incluso pueden llegar a extinguir todo vestigio de vida, y a la postre resurgirá cuando el mar se tranquilice.

Y de nueva cuenta todo arrancará.

Si hacemos cuentas, es muy posible que cientos de civilizaciones como la nuestra hayan surgido, crecido, reproducido y muerto sin que miles y miles de años permitan encontrar rastro de su paso por La Tierra. 

Porque si en realidad solo se trata de que la vida humana no se extinga, ningún problema hay. Aunque seguramente lo que nos interesa es que sobreviva nuestro apellido a través de hijos, nietos, bisnietos y tatara-tatara-tatara nietos. Pero usted y yo sabemos que, si acaso sabrán de sus abuelos, y en casos excepcionales de sus bisabuelos. Después el recuerdo se perderá para siempre, y nada quedará de los que pensaban en la nostalgia a perpetuidad.

Así que no se apure: todo lo que hoy vemos a nivel doméstico, ya lo vimos. A nivel mundial también con bocones soberbios como el payaso de hoy.

Tal vez la única posibilidad de estudiar un eventual cambio real, sea que pase bien el día de hoy, porque el pasado ya se fue, y el futuro aún no llega.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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