LAGUNA DE VOCES
Mañana, cuando deje de escucharse el mar desde la ventana que da a la playa, llegará a tus oídos el primer suspiro de miles de cuerpos que fueron arrojados a la arena, refugio de cadáveres desde que el cielo se tiñó de rojo, y la luna dejó de caminar en el firmamento.
Habíamos esperado con tanta ansiedad que todo cayera por su peso, que no fue sorpresa lo sucedido, en una jugada maestra del azar, el destino de una calle desconocida en el universo, donde nadie se asomaba y desde hace millones y millones de años, daban por descontado que nadie con vida existía.
Lo último del vago recuerdo que tienes, es el vapor del mar que se hacía nada, que hervía hasta subir al cielo. Después esa imagen constante de vacío, de nada, y que los ojos confunden con un lugar donde algún día regresará la luz.
Ahora comprendes el origen de todo, la razón para guardar silencio tantas veces, incontables, retazos de algo que siempre agobiaba tu mente cuando niña. Es un camino que empezó sin ti, pero aceptaste porque no había otra posibilidad para nacer, y reclamar un lugar donde no había espacio para nada, como no sea la tragedia de no poder comprender nada.
Por eso resulta inútil preocuparse por lo que es irremediable, y por eso, también, absurdo que, después de todo, se ocultaba un sentido en este andar sin rumbo, igual que la galaxia donde te tocó vivir, igual que todo lo que nunca comprobarás si de veras existió, o fue otra vacilada del cerebro.
Así que disfrutaste la playa, la arena, la leve sonrisa de la mañana, cuando para muchos fue el fin, y en tu caso, el principio claro, inobjetable del placer en el mar sin principio, sin término, sin dudas.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
X: @JavierEPeralta
