UN ADULTO RESPONSABLE
“Yo era demasiado lo que no querías ser tú y por eso decidiste regresar a lo que eras antes de que te mostrara lo amargo del cariño sincero…”
Fragmento del Podcast Especial “Dejar ir” de Fernanda Tapia
Giselle dejó su mundo de “fantasía” y escogió a un hombre que, aunque acababa de conocer, le regaló algo que para ella no existía: las emociones negativas, ¿quién demonios podría enamorarse de alguien que te ofrece un presente tan “malo”? Eso es justo lo que voy a tratar de resumir, exponiendo el caso de James Marsden en tres películas, en las que sus personajes fueron obligados a dejar ir el amor.
Marsden es un actor cincuentón reconocido ahora mismo por su papel en la saga de Sonic, películas donde desempeña el papel de Tom, el protector/amigo humano del erizo azul, aunque si creciste en los 2000’s, seguramente lo recordarás más por interpretar a Cíclope en la primera trilogía de X-Men.
Sea cual sea el caso, empezaremos hablando por orden cronológico, ya que en 2004 se estrenó “The Notebook” (Diario de una pasión), en la que nuestro querido “Jimmy” interpreta a Lon Hammond, un héroe de guerra adinerado, que se ganó, a base de buen humor y el ser directo, el corazón de Allie, chica que ya tenía historia con el protagonista de la película, Noah.
El filme tiene una narrativa “peculiar”, por decirlo de alguna manera, pero conforme avanza, nos damos cuenta de que Hammond no solo tenía esas cualidades que ya mencioné, además, según las palabras del propio guion: “era guapo, inteligente, divertido, sofisticado y encantador; además de provenir de una familia adinerada”, lo que hizo que Allie cayera enamorada y planeara hasta casarse con él. ¿Hizo algo mal nuestro Lon Hammond? Claro que no: amó siempre a Allie, la trató de lo mejor, se llevó bien con su familia, le dio la libertad de reencontrarse con su viejo amor (tal vez ese fue su único error) y aceptó su derrota con todo el dolor que eso conlleva (sin venganzas, sin caretas y sin rencores, solo con el sufrimiento de un corazón roto).
¿Nos deja una lección? Creo que sí, varias, pero yo rescataría la siguiente: “No importa cuánto ames a alguien, si no respetas su esencia y/o si no te inmiscuyes en los pequeños detalles que han forjado su personalidad (no para copiarlos, pero al menos para respetarlos)”.
Dos años después, Marsden se aventuraría en su siguiente “rompimiento” (Superman Regresa, 2006) pero, ¡por Dios! Se enfrentaba al extraterrestre “más codiciado” por las mujeres desde que fue inventado en 1938. En esta ocasión el queridísimo James interpretó a Richard White, un periodista embaucado, ya que su prometida, Luisa Lane, le hizo creer que su hijo Jason, era de ambos. Después se sabría que en realidad el pequeño era el vástago de Clark Kent; en esta película, si bien White no “debe renunciar” al amor, porque técnicamente se queda con Luisa; termina aceptando una realidad que es bastante dura: compartirá su vida con una mujer que está enamorada de otro y educará un hijo que no es suyo.
Culminamos este viaje con una película de animación de acción real. Estrenada en 2007, “Encantada” fue un hitazo, sobre todo porque el protagonista fue el “médico” más cotizado de ese momento: Patrick Dempsey. Al comienzo del filme, nuestro querido James, en su papel del Príncipe Edward, se enamora de nuestra protagonista: Giselle, y está planeando casarse con ella, pero su madrastra lo evita, pues quiere seguir en el trono, enviando a la muchacha al mundo real; lugar donde la princesa conoce a Robert Philip (Dempsey) y a su pequeña hija, Morgan, personaje que le ayuda a “encajar” en el mundo real y sucede lo que ya te conté en el principio de esta columna.
Acá James aprenderá una lección que hoy perdura en mí y que yo resumo de la siguiente manera: “La gente cambia constantemente. El hecho de que vivamos hoy un amor correspondido, es un milagro que debemos atesorar, pero si mañana las cosas cambian, aunque duela, debemos aceptarlas y tener fe de que lo mejor está por venir”.
Me alegra decir que el Príncipe no regresó solo a su mundo de fantasía, se encontró con Nancy, con quien pudo saciar sus ganas de quererse bonito.
No tengo la intención de promocionar las películas, no, solo escribo para recordar que el dejar ir es difícil, pero siempre será mejor que aferrarse a un lugar donde ya no figuras más, al menos de la forma en la que tú quieres.