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viernes, julio 11, 2025

Algoritmo

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MEMENTO

Te di todo mi amor, arroba, love, punto com y tú me ha roba-roba-robado la razón. Mándame un e-mail que te abriré mi buzón y te hago un rinconcito en el archivo de mi corazón

Atrapados en la red – Tam Tam Go!

Algoritmo proviene del nombre del matemático persa Muhammad ibn Musa al-Juarismi (al-Khwarizmi), quien vivió en el siglo IX en Bagdad. Su obra más influyente fue: “El libro compendioso sobre cálculo por restauración y reducción», de donde también deriva la palabra álgebra. Su nombre fue latinizado como Algoritmi, y de ahí se comenzó a usar ese término para referirse a los procedimientos numéricos que él explicaba.

Actualmente, la palabra “algoritmo” pasó a significar cualquier conjunto ordenado y finito de reglas o instrucciones que permiten resolver un problema o realizar una tarea, sobre todo en informática y matemáticas.

Tengo un teléfono extra al que le coloqué un chip de una nueva compañía debido a las buenas referencias de la cobertura que tiene. Lo utilicé durante las visitas que realicé a los municipios de mi Hidalgo querido y funciona muy bien. Total, que en unas semanas no he comprado algún paquete de conectividad para ese número, y ahora el aparato ha pasado a ser mi cámara fotográfica, almacén de datos y reproductor de música y videos.

Durante el tiempo que duró el paquete con el que lo activé, todo funcionó de manera normal. Sin embargo, al agotarse el tiempo de duración del paquete, al reproducir mis podcasts en YouTube, los promos pasaron de ser comerciales de películas, series o música a enfatizar la publicidad de préstamos en aplicaciones telefónicas, tarjetas de crédito y préstamos bancarios. Por un momento pensé que era una de mis hipótesis paranoicas, pero en mi otro teléfono, al igual que en mi computadora y tableta, los promos siguen siendo los cotidianos. Hace unos días realicé una recarga y, como por arte de magia, los promos se normalizaron.

Habemos quienes creemos que los teléfonos trabajan con magia, pues parecen leer nuestros pensamientos y adivinar nuestros deseos, desde los básicos hasta los más recónditos.

Cada año, alrededor de mi cumpleaños desde que cumplí 45, me aparecen promocionales de pastillas y tratamientos para la disfunción eréctil. Y no es que Facebook sea adivino —al menos eso espero—, tan solo es que, por promedio de edad, es algo cotidiano entre mis contemporáneos. En Instagram me muestran rutinas de ejercicios para personas de 50 años con sobrepeso; en TikTok, videos de chismes y lugares recomendados para comer; en X, es una constante la información deportiva, política y social; en Threads no me existen publicaciones más allá de las que sigo, por extraño que parezca.

Y no es magia. Simplemente el algoritmo de las redes sociales va a intentar presentarnos aquello que cree que nos puede gustar, a través de una serie de cálculos de acuerdo con nuestro comportamiento habitual. Recuerdo que en alguna fiesta, mientras un amigo estaba dormido, decidimos que sería una buena idea utilizar los buscadores de su navegador y de sus redes sociales con tan solo dos palabras: “gay sex”. Con ello, el algoritmo calculó que era un tema de mucho interés y comenzó a presentarle información al respecto en todas sus aplicaciones.

Todo lo que sea cerca de Florinda Meza es en contra de mi voluntad. Quizá la mitad sea verdad, quizá la otra parte sea mentira. Lo cierto es que mis aplicaciones representan constantemente información al respecto. Imagino que es acorde a mi edad, a mi generación, y que el micrófono ha escuchado algunas charlas al respecto. Porque les puedo jurar que hasta ahorita no he buscado algo referente. Es más: yo detesto El Chavo del 8, pero eso será tema de la siguiente semana.

La conseja de hoy:

No, el algoritmo no nos conoce más que nuestra mamá o psicoterapeuta, tan solo cuiden lo que escriben, buscan o comparten en redes sociales. Procuren no otorgar información a juegos del tipo “¿A qué artista te pareces?”, porque les juro que la mayoría no nos parecemos a ninguno, y estoy seguro de que nuestra información andará en varias bases de datos. Y como le diría a mi Amá: “Si quieres que todo el mundo se entere de algo, cuéntaselo a Fulanita.”

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