FORO ABIERTO
En la mayoría de casos, con más pena y nada de gloria, llegaron a su fin las administraciones municipales de los 84 municipios en Hidalgo. Como mal llegaron, mal salieron.
En 2020 aun gobernaba el PRI de Omar Fayad Meneses, con su estilo de manosear e intervenir los asuntos políticos municipales; y desde luego queriendo influir en las decisiones políticas de la sucesión gubernamental que se avecinaba en 2022. Lo hizo de muy mala manera.
El contexto del 2020 no hay que olvidarlo. Por una parte, en Hidalgo el PRI ya no tenía todo el poder y su credibilidad estaba por los suelos, puesto que en 2018 el fenómeno AMLO rompió todos los controles con una votación histórica, que permitió el ascenso de una nueva mayoría en el Congreso local. No obstante, permaneció el estilo prepotente y clientelar del gobernador.
En 2020, en Hidalgo se esperaba que las elecciones municipales fueran determinantes en la renovación política municipal; empero, la pandemia de la Covid-19 y el miedo modificaron el calendario, los preparativos de organización y las formas de hacer campaña electoral en los 84 municipios.
La emergencia sanitaria trajo una incertidumbre entre el voto ciudadano y el derecho a la salud, misma que generó vacíos que fueron ocupados por prácticas electorales anti democráticas, generando resultados fraudulentos y triunfos electorales poco representativos que aplastaron el voto ciudadano. El PRI y aliados obtuvieron la mayoría de triunfos, y solo a Morena se le respetaron seis municipios.
“Quién paga para llegar, llega para robar”, esa es la frase popular en muchos municipios de Hidalgo, de gobernantes que llegaron a los municipios con el apoyo del sistema priista y asociados (PRD, PVEM, Panal), del tribunal, del IEEH, de la compra del voto, del dinero ilegal, de los opinólogos a sueldo, etcétera, pero sin el respaldo popular.
En esos municipios, donde se presentaron graves anomalías electorales, que llegaron de forma violenta, los gobiernos municipales no tuvieron el apoyo popular. Y pues eso no importaba, solo estuvieron arrodillados a su amo, el gobierno de Fayad. Y el caso es que ahora presentan problemas de rendición de cuentas y de vituperios y críticas por el mal gobierno.
En un mar de anomalías y quejas ciudadanas, pero sobre todo con discursos alejados de la sociedad y carentes de autocrítica, se realizó el Cuarto Informe de Gobierno municipal de los 84 alcaldes del Estado de Hidalgo. El conjunto de notas sobre este acontecimiento, da píe a pensar en las acciones que realizaron a lo largo de su gestión, e inmediatamente me lleva a pensar en las “alcaldadas”.
Las alcaldadas, es una palabra, neologismo, creada o reconstruida por nuestro periodista hidalguense, Miguel Ángel Granados Chapa, que, en la jerga política mexicana, son acciones desaprensivas, faltas de criterio, torpes y erróneas emprendidas por los titulares de los ayuntamientos, o sea por los alcaldes, nada más y nada menos que los responsables del gobierno municipal.
Acciones de nepotismo, prepotencia, abusos y abulia y desinterés por atender las demandas de la ciudadanía, fueron una constante en el ejercicio de los alcaldes en el periodo que termina esta semana. Un dato sintomático: solo cuatro de 84 municipios terminaron las obras públicas programadas, es decir, 80 gobiernos municipales incumplieron. Esto es solo un botón de un gran ramillete de alcaldadas.
La mayoría de alcaldes se va como llegaron: sin reconocimiento ciudadano, solo gobernaron para unos cuantos, sin claridad en el manejo del dinero público, carentes de transparencia y con decisiones a espaldas de las mayorías, en resumen, un mal gobierno. Por ello, este 2024 los hidalguenses propinaron un golpe con guante blanco, los arrojaron del poder, por la vía del voto ciudadano.
Fue lo que merecieron.