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Al encuentro de la filosofía

Miguel Ángel Serna
6 Min de Lectura

TIEMPO ESENCIAL (V)

Hemos dicho que, ante la  ausencia de la filosofía en Hidalgo, es necesario que los interesados inicien la tarea de hacerla presente en tanto las instituciones de educación superior se sigan negando a cumplir su responsabilidad;  porque si bien a ellas les corresponde su enseñanza académica,  su ejercicio es una decisión libre para  quien se lo proponga.

La historia  da testimonio de los múltiples obstáculos a los que la filosofía  se  ha enfrentado desde la antigüedad hasta nuestros días. Hoy mismo, algunos filósofos en nuestro país y otras partes del mundo, luchan porque la filosofía no desaparezca  de los bachilleratos, al integrarla como un contenido más de un campo integrador de materias “afines”, como si ella misma no fuera desde siempre un  campo integrador de todas las ciencias y artes. 

Pero si bien ese panorama no es muy halagador, tampoco es el más oscuro; peores amenazas ha vivido la filosofía en su larga historia, para que sus seguidores se den por vencidos tan fácilmente. 

Enfatizamos lo anterior porque la práctica filosófica responde (en principio)  a demandas concretas, y son quienes se encuentran empujados por ellas, quienes han de preguntarse seriamente qué puede hacer la filosofía en su propia circunstancia, y qué han de hacer ellos para contar con su ayuda. Porque es ella, y no nuestra capacidad intelectual o los requerimientos del sistema o el  mercado de trabajo, la que la demandan. No filosofamos por listos o porque alguien nos ponga a filosofar. Lo hacemos cuando los problemas y circunstancias de la vida nos obligan.  No es que la busquemos, es la filosofía la que nos ataja en el camino. 

Luego de ese primer acercamiento, vendrán los problemas que el  ejercicio filosófico  nos exige: el rigor de la argumentación, su sistematización y la coherencia de su expresión. Pero eso será después; primero es lo primero: hay que situarnos en nuestro punto de partida.   

En el caso de Tiempo Esencial , lo primero  ha sido la extrañeza  causada por  su ausencia en Hidalgo la que dio paso a nuestra decisión, seguida por el deseo manifiesto de recuperar el espacio que le fue asignado a la filosofía en el pasado y que desde entonces se le ha negado;  realidad que se nos ha hecho patente, como un asunto que hemos de enfrentar, no sólo como una demanda más que agregar a la agenda política y educativa del estado y sus instituciones educativas, sino como un problema que nos lleva a reflexionar, cuál ha de ser la tarea que hemos de llevar a cabo los interesados en practicarla, dando lugar a su presencia. 

Así pues, la tarea inicial  de nuestro Tiempo Esencial consiste en tomar  conciencia de la coyuntura en que nos encontramos, y la forma en que hemos de superarla. No  es que siempre y todos los que llegan a la filosofía lo hagan de ese modo; es el propósito que nuestro Tiempo Esencial persigue lo que nos impone hacerlo así. 

En filosofía como en toda actividad, es importante saber dónde nos metemos, pues con frecuencia  imaginamos  una cosa y la realidad es otra; por lo que  hemos de poner sobre aviso a quien no lo sepa, que la filosofía es un saber problematizador, pues  para  ella son más importantes las preguntas que las respuestas

Tal vez esta aclaración  deje insatisfechos a quienes la buscan  suponiendo  que tal o cual filósofo tiene la respuesta final  a sus interrogantes, dando por terminada  de antemano su  búsqueda  al pensar que  ha encontrado el camino seguro hacia la  verdad absoluta. Pero entonces, imperceptiblemente, se olvida su propósito  en aras de la erudición de una escuela o tradición filosófica. 

Contra ese peligro ya nos advertía Benito Díaz de Gamarra (filósofo mexicano del siglo XVIII),

 “Declaramos que nuestro juicio será libre, así que no hemos de jurar en la secta de ningún filósofo, pues pensamos que no hubo alguna que hubiese visto todo lo verdadero y ninguna que no hubiese visto algo de verdadero” 

Lo anterior no implica que la filosofía se haga sin referencia a los  grandes pensadores del pasado. En materia filosófica, es imposible iniciar de cero y quien lo intente terminará confundido; por lo que su práctica se ha de acompañar siempre con su historia. 

Con modestia, hemos de reconocernos como “enano en hombros de gigantes” sabiendo que nada grande se hace o piensa, sin que alguien más nos haya antecedido en nuestro camino, permitiéndonos  superar el límite del  horizonte en el que hemos vivido y pensado hasta antes de conocer su obra.   

Dejemos en este punto nuestras reflexiones; esperando contar con su presencia el próximo  encuentro con nuestro Tiempo Esencial. Escriban, aporten, informen, debatan, dialoguen; de lo contrario, los días de esta columna estarán contados ante el implacable juicio del director de éste Diario. Agradezco las reflexiones enviadas a Tiempo Esencial por algunos lectores, ya las iremos comentando los próximos números. 

Envíen sus opiniones y sugerencias  a info@plazajuarez.mx. 

Hasta la próxima.

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