RELATOS DE VIDA
Ahora es más alto que su hija, y al contemplarlo, resulta inevitable recordar lo pequeño que era, además de delgado, hasta parecía que en cualquier momento podría romperse con un simple viento o al caerle las gotas de lluvia.
Por eso siempre trataba de cuidarlo y protegerlo, le hablaba con muchos mimos y lo acariciaba con delicadeza, mientras se imaginaba hasta dónde podía llegar o qué tan alto podía crecer.
No alcanzaba a dimensionar que su crecimiento, estaría cargado de recuerdos, de ilusiones, de anhelos, de nostalgia; porque representaba el inicio de algo grande y fuerte, situaciones que pasaron a medias y que con ese mismo transcurrir del tiempo fueron cambiando para sobrevivir, simplemente adaptarse a los cambios.
Hoy ya no es un simple arbusto, es un árbol robusto, fuerte, con muchas ramas y hojas, incluso un nido con una familia de aves pequeñas, que previamente tuvo que soportar tormentas, fuertes vientos y temperaturas heladas, pero que se adaptó al igual que la familia a la que le da sombra, frescura, oxígeno y un paisaje esperanzador.
El ahora árbol de casi dos metros representa el esfuerzo y la lucha diaria por salir adelante, pese a los fenómenos, las inclemencias y las situaciones de la vida, representa el ánimo de que, pese a tener toda en contra, el sol siempre sale y revitaliza, el amor y acompañamiento son necesarios, y siempre surge la fortaleza al aprender de las lecciones.