PEDAZOS DE VIDA
I
“… cuídanos en el camino de una desgracia fatal…”. Avanzaban lentamente, poco a poco, con los pies arrastrándose y las rodillas ensangrentadas. Avanzaba lentamente mientras en su cabeza seguían aquellas líneas retumbando, haciendo eco como en la iglesia misma.
II
‘… que así como salimos se nos conceda llegar…”, recitaban al unísono, el grupo de gente que terminaba el rosario a la Virgen de San Juan de los Lagos, oración que se tenía que hacer de rodillas, ahí estaban a la luz de las cuatro velas, rezando como se tenía que rezar.
III
“… que nada nos desaliente a seguir y todas las inclemencias se dobleguen ante mí…”, decía el contingente conforme avanzaba hacia el Santuario, en el cielo los cohetes reventaban en un punto de humo que conforme se expandía, asemejaba mucho a una nube olvidada en medio del cielo azul.
IV
“… Dale fuerzas a mis piernas, y hazme las cuestas menos inclinadas, y que la sed que yo sienta la mitigue con mis lágrimas de arrepentimiento a mis culpas, para alcanzar tu perdón…”. Pedaleaba fuertemente para llegar a tiempo al Santuario de San Juan de los Lagos Jalisco, pedaleaba con los demás, recordando que cada año, durante los últimos trece, había acudido sin falta para cumplir su promesa.
Epílogo
Ninguna historia se concreta cuando la desgracia llega al peregrino, solo quedan los recuerdos, fragmentos de una oración y el llanto de los familiares, aún así, una promesa jamás se rompe. Dios tiene sus caminos y a veces la desgracia es uno de ellos.