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Hidalgo
martes, julio 29, 2025

A hacer puros corajes

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UN ADULTO RESPONSABLE 

“Siempre amanezco de malas, 

pero este día, exageré”

Frase de un meme

Hace poco fui a un Steren a comprar un cople para unir dos cables HDMI, como no soy experto en la materia y me encanta hacerle al cuento (ambas cosas se saben y están documentadas) se me “ocurrió” preguntar si se necesitaba uno especial o cualquiera servía.

La muchacha que me atendió se veía que, una de dos: o estaba cansada de lidiar con clientes preguntones o ese día amaneció sin ganas de chambear, porque después de hacer el mínimo esfuerzo por preguntar a un compañero suyo lo que ella debía saber, me mandó a preguntar por más información.

Digo, en el mundo ideal de Martín Trigueros, las personas saben lo que hacen y por eso te ofrecen sus servicios, pero en la realidad parece que no es así. Ya he visto, para mi coraje, taquerías en las que los tacos no saben bien, mecánicos que solo se saben “la de cobrar”, médicos que te dicen: “ya de esta no pasas, ya te moriste” y para sorpresa de nadie, vives un buen de años más, entre otros ejemplos.

Yo sé que mantener la pasión en algo que amas es difícil y desgastante; cuanto y más cuando estás en algo por puro compromiso, pero por lo menos, según mi particular punto de vista, hay que ponerle voluntad.

Yo soy un cliente difícil, eso no lo niego, pero trato de ser amable, por lo menos. Y me da gusto cuando el trato es recíproco en ese aspecto.

Recuerdo perfectamente muchas de las veces que la gente pudo haberme mandado a la goma y sin embargo, llegamos a un acuerdo: cuando compré conos de helado sin el helado en Santa Clara; la vez que inauguré el escáner de una papelería (que la dependienta no sabía que tenía); cuando no supe que tomarse dos pastillas de 500 miligramos de Paracetamol era lo mismo que tomar un gramo (y no estaba tan chico, la verdad). Además de un largo etcétera.

También me acuerdo cuando no se pudo lograr el objetivo, pero las personas fueron amables: “Joven, no puede ingresar esos cacahuates a la función”, “Lo siento mucho, no puede pasar con cinturón al concierto, pero aquí va a estar cuando regrese”, y mi favorita: “No, no puede comerse su paste de Real de Plateros acá en Kiko’s”. No traten de entenderme, a veces ni yo lo hago.

Y es que vender es un arte y no todo el mundo puede hacerlo, pero creo que con un poco de actitud y amabilidad todos pueden intentarlo. Pienso que eso casi siempre le gana a ser un sabiondo muy eficaz. Ahora, he conocido a personas con el paquete completo y la verdad, mis respetos, llegarán tan alto como quieran.

Aunque entiendo que en muchas ocasiones las condiciones laborales o el mismo ambiente no permiten disfrutar la chamba, celebro cuando al menos las personas tienen una buena actitud para afrontar la tarea que les corresponde.

La historia al final terminó bien, tras hacer de cuenta un rato que pedía información, regresé listo para comprar. Esta vez me atendió un muchacho que supo exactamente qué preguntarme y se aseguró de que me llevara los productos adecuados.

Lamentablemente me cobró la mujer con la que iniciamos esta historia y aunque ya no hubo ningún tipo de inconveniente en ese sentido, me llamó “chico”. Muchacha igualada —pensé—, si a leguas se veía que era más joven que yo. Y además, ¿para qué le buscaba si ya casi perdía una venta? Igual yo, ¿cuándo será el día que domine este carácter de perro rabioso?

En fin, uno siempre se la pasa haciendo corajes, pero es un gaje del oficio cuando quieres comprar en este mundo capitalista que tiene descuentos en las farmacias. 

Bien diría Benjamín Pérez, uno de mis comediantes favoritos: “Si necesitas un medicamento, lo compras, pero si no lo necesitas, ¿para qué “aprovecharías” el descuento?”.

Nota: Voy a hacer corajes en otro lado antes de que se me derrame la bilis.

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