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miércoles, febrero 5, 2025

Tiempos de odio

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RETRATOS HABLADOS

Apenas hace unas décadas, las acciones tomadas por el nuevo presidente del país del norte, habrían generado la unión de todos los países latinoamericanos, incluído el nuestro, para hacer frente, una vez más, al imperialismo norteamericano. Hoy no, con todo y que se observa una brutal arremetida en contra de quien se niegue a obedecer sus órdenes, que sin duda cree ser el Nuevo Amo de todo el Continente, le pese a quien le pese.

Sin embargo, en este 2025, parece ser el escenario ideal para que un sujeto como Donald Trump pueda cumplir sus objetivos, porque la realidad Latinoamericana y del Caribe, tiene que ver mucho con la desilusión y el desencanto por los movimientos revolucionarios en contra de dictadores siempre impuestos desde los Estados Unidos de Norteamerica.

Observada la asunción de dirigentes carismáticos que encarnaban el sueño de libertad y justicia a la primera magistratura de naciones vitales como Venezuela, Brasil, Colombia, y la constancica de creer aún en la ilusión Cubana, el sueño largamente acariciado por idealistas, hoy por personas arriba de los 65 años de edad, empezó a desvenecerse cuando vieron la cruda realidad.

La cruda realidad fue aún peor que la padecida durate décadas y décadas de opresión y explotación. Todavía más grave resultó ser la división radical, absoluta, entre los habitantes de un mismo país, pero ya no entre los más ricos y entre los más pobres, sino entre los beneficiados de programas capaces de ganarse hasta la eternidad el sufragio de millones de personas, siempre olvidadas, y una sector amplio de ciudadanos que se negaron a avalar el simple cambio de un dictador antipopular y antirevolucionario, por otro popular y, por supuesto, revolucionario.

Así llegamos a la era Trump, con odios de clase llevados a niveles nunca vistos, donde un llamado a la unidad ante los embates del otrora despreciable imperialismo yanqui, se traduce de inmediato en una nueva pugna interna en los países agredidos; porque está claro que habrá los que den un paso al frente, si es necesario tomar las armas ante el llamado a la defensa de la soberanía, y los que clamen porque se abra la puerta para que, de una vez por todas, el “justiciero del norte” acabe con todo lo que trajo el sueño del cambio.

Trump encuentra a la ciudadanía de naciones latinoamericanas con una crisis de migración, precisamente hacia su país, de niveles críticos de violencia, fundamentalmente producto del narcotráfico y la corrupción que genera, pero primordialmente donde no hay términos medios, entre los que asumen que los nuevos proyectos de gobierno y política han sido un éxito absoluto, y los que urgen a exterminarlos. 

Encuentra pues un escenario ideal para sus intenciones, ajenas incluso a cuestiones ideológicas, cercanas siempre a cuestiones de ganancia económica. Para un personaje que no dudará en poner en marcha los mecanismos que sean necesarios a fin de eternizarse en el poder que acaba de asumir, es digno de celebrarse que esta denominada polarización no tenga retorno y, por el contrario, tienda a incrementarse hasta niveles nunca vistos, pero que difícilmente se traducirán en nuevas revoluciones, por la simple y sencilla razón de que la base de los oprimidos desde tiempos ancestrales, se ha ido reduciendo, y es un hecho que toda revolución lleva como principal ingrediente a los que nada tienen, pero que hoy sí tienen. 

Y sin embargo. Trump puede resultar tan torpe y soberbio, que pudiera desencadenar lo que nadie podría imaginar en estos tiempos: unir a los desunidos para combatirlo.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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