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lunes, abril 21, 2025

Resignifiquemos la identidad profesional de las educadoras

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IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO

En México, la desigualdad de género continúa siendo un desafío importante, Ana Carolina Sepúlveda Vildósola, directora de la Facultad de Medicina de la UNAM, destacó la lucha histórica de las mujeres por la igualdad y sus derechos humanos, invitándonos a reflexionar y actuar ante la realidad actual con desigualdades, ya que según el Índice Global de Brecha de Género 2024, nuestro país ocupa la posición 33 de 146 países, siendo séptimo en América Latina y el Caribe. 

La brecha salarial es del 35 por ciento, lo que significa que por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer recibe solo 65. Esta desigualdad también se evidencia en el acceso a cargos de liderazgo en profesionales del sistema de salud y educativo. 

Según ONU-MUJERES, las causas de esta brecha salarial son variadas, entre ellas el trabajo a tiempo parcial, peores empleos, las ocupaciones socialmente menos valoradas, la autominusvaloración y la falta de conocimiento de los empleadores.

En relación con los trabajos socialmente menos valorados, se señala que las mujeres por roles y estereotipos suelen desempeñar tareas vinculadas a los trabajos de cuidado, las cuales están fuertemente feminizadas, lo que hace que perciban ingresos menores.

Se responsabiliza a la sociedad patriarcal, que considera estos trabajos como asociados a la dedicación, el amor, la vocación y la entrega, conceptos que se perciben como exclusivos de las mujeres y opuestos al dinero, por lo que reciben una menor remuneración. 

Es el caso de la docencia en México conformada por el 75.4 por ciento de mujeres, y el 24.6 de hombres, donde a menor edad de la población infantil atendida, más grande es la brecha por razones de género. En la educación inicial y preescolar, se les percibe a las educadoras como “entretenedoras” o cuidadoras, y no como profesionales de la educación, obteniendo menor salario con respecto a la educación secundaria, media superior, y superior, y esto a su vez con otros sectores.

Al respecto, el artículo de investigación titulado «Género en educación: Transformaciones del modelo cultural de las educadoras de preescolar», Mercedes Palencia Villa analiza a dos generaciones de educadoras con el propósito de comparar cómo ha evolucionado su identidad profesional a lo largo del tiempo. 

Se retoma la narración relacionada con la metáfora de la madre–jardinera, ya que esta simboliza un modelo que está estrechamente ligado a los orígenes de la profesión, la cual se ha construido en torno a la relación entre mujer, madre y educadora. 

El análisis de los discursos institucionales que originaron la carrera de las educadoras revela una relación inseparable entre naturaleza, mujer y madre, las metáforas que surgen de esta relación reflejan ideas compartidas en la cultura sobre la identidad femenina y, además, el modelo cultural de las educadoras tiene una particularidad que legitima esta profesión como destinada principalmente a las mujeres. 

Los discursos institucionales actúan como marcos normativos que trascienden la institución misma, y entender cómo la cultura general se recrea en contextos específicos para reconocer que la identidad profesional es un proceso dinámico y en constante reconstrucción. Esta recreación implica una circulación de significados elaborados y reelaborados en distintos espacios sociales, que influyen en la definición de la práctica profesional.

Por tanto, en el marco del día de la educadora, se sostiene que las propiedades estructurales no son fijas, sino que son producidas y reproducidas por las acciones humanas, por lo que es fundamental que el actorado reflexione sobre su propia acción con perspectiva de género, y cómo aplicar reglas y recursos en sus interacciones profesionales.

Asimismo, para honrar verdaderamente a las educadoras se deja la reflexión para nivelar sus salarios de manera justa e igualitaria reduciendo así las brechas salariales.

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