LUZ DEL PENSAMIENTO
En 1919 Freud escribiría un libro bastante lejano a sus ideas principales sobre el inconsciente y la sexualidad y —aunque tomando algunos de estos conceptos— con él estudiaría uno de los fenómenos más extraños en los seres humanos. “Lo siniestro” nos puede hacer pensar que se refiere al hecho de vivir situaciones de terror y susto. Pero en realidad describe una emoción muy compleja que implica el sentimiento de inquietud cuando lo familiar se vuelve extraño. Para entender mejor este sentimiento se pueden ver ejemplos cotidianos como el de robots o maniquís demasiado realistas, lo cotidiano (un rostro humano) se vuelve siniestro (algo que se siente en la delgada línea entre lo humano e inhumano). Lo esencial de este concepto es lo constante, ocurre en el cine cuando toma elementos de la vida diaria y los hace ver como peligrosos o de terror, como es el caso de películas como: Us, Hereditary o Midsommar, etcétera. Lo esencial de lo siniestro es cuando algo normal se tuerce. Esta larga introducción sirve de preámbulo para un hecho espantoso. Desde las últimas semanas han aparecido con amplia regularidad noticias y nuevos hallazgos o testimonios sobre el caso del campo de exterminio en el Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco. A la fecha siguen apareciendo nuevos datos que abren la narrativa de este hecho tan grotesco. Pero en esencia pueden resaltarse los siguientes sucesos:
1) La llegada a estos centros a través del secuestro bajo falsas ofertas de trabajo. Cuando salió al ojo público este evento, para muchas personas fue horrible, pero también lejano, fue visto como algo típico del mismo Jalisco; sin embargo, parece que en Pachuca hemos olvidado que hace ya casi un año hubo reportes de intentos de secuestro en algunos locales de la colonia centro, pero esto se vuelve mucho más tétrico al considerar que esto no fue solo ahí, ha habido un largo historial de estafas laborales en locales de zonas como San Javier a la altura del Oxxo, varios de Zona Plateada después de la Secretaría de Contraloría o los ya conocidos en el centro sobre la calle Matamoros. En resumen, creo que acá es más obvia la conversión a lo siniestro en esta primera parte del asunto; el agudo problema social en la percepción de lo siniestro está en el momento en que le quitamos importancia a injusticias constantes como las estafas laborales y las desapariciones. Nuestra pérdida de sensibilidad a estos fenómenos incluso lleva a ver con desprecio y frialdad a quienes sufren estos incidentes. Es ahí un primer lugar donde estos fenómenos nos han shockeado a todos, allí donde algo tan cotidiano parece más cruel ahora que se ven sus alcances.
2) Ojalá esto solo se hubiese quedado en estafas laborales. En el ya mencionado Rancho Izaguirre han sido encontrados tres hornos crematorios, cosa que evidencia la existencia de cientos de víctimas, en dicho lugar encontraron muchos zapatos, detalle que una víctima esclareció como parte del mismo proceso de entrenamiento en este Rancho. Este último hecho marca también uno de los aspectos más lúgubres de esta noticia: este centro no fue solo de exterminio, sino de adiestramiento. Las evidencias demuestran la existencia de prácticas de tiro, las víctimas relatan historias de terror en donde fueron obligadas a asesinar y ultrajar a sus compañeros. Fueron forzados, bajo amenaza de muerte, a competir y acabar con otros reos para elegir a los elementos más fuertes y hábiles, pero también se narran otro tipo de atrocidades como el uso de estos centros para la trata blancas y de infancias, así como también el uso de jóvenes desaparecidos para el mercado de órganos. Las crueldades perversas de este lugar probablemente sigan descubriéndose y resultando ser cada vez más brutales. Estas fosas de adiestramiento y exterminio no solo usan técnicas extremadamente traumáticas a modo de condicionamiento psicológico, sino que convierten a este lugar en un centro económicamente exitoso. Regularmente creemos que existe una contradicción o una separación total entre Estado y propiedad privada, sin embargo, esta división o antípoda es inexistente. Los sucesos del Rancho Izaguirre nos hablan de lo que sucede cuando se tiene un capital económico gigantesco junto al poder organizativo y militar de un estado. Al igual que un estado, esta facción del crimen instaura su propia ley y códigos, pero su poder económico lo convierte en una empresa abismal; a través de su poder retiene personas que usa justo como la primera clase social en la historia humana: los esclavos. Estas víctimas fueron forzadas a ser las mercancías de un necropoder espantoso.
Ahora, los videos de narcoejecuciones o las fotos gore en las subculturas de internet ya no son un material ocasional que se espera de ciertas cuentas o páginas de redes sociales, se exhiben ahora como el día a día de cientos de personas aferradas a existir bajo el simple deseo de sobrevivir. Se torna en siniestro no el descubrir que estos videos shockeantes sean en realidad ejercicios rutinarios, sino el hecho de la cotidianeidad del necropoder y la existencia de un segundo país con su propia rentabilidad y autosuficiencia, en donde los desaparecidos se desconectan al cien por ciento del trato humano más mínimo. Estos grados de barbarie y capacidad de crueldad se asumen, pero no se les toma en cuenta la magnitud con que se vuelven en algo siniestro a la hora que estas noticias aisladas se presentan como fragmentos de un relato macabro al que siempre se le ha subestimado.
3) Por último, hay una transformación respecto a la mediatización y el aspecto político de este acontecimiento. Las respuestas insuficientes y, a veces, indolentes del oficialismo han generado una ola de polémica e indignación, sin embargo, es importante resaltar uno de los principales argumentos de este bando: el campo de exterminio de Teuchitlán tiene fines políticos. ¿Los tiene? Probablemente, pero esto no exime que ocurrió el hecho. Los testimonios aseguran que este Rancho inició sus actividades desde el 2012, por lo que muchos sectores culpan a las administraciones pasadas de iniciar todo este problema, pero también hay grupos que deslindan el pasado y ponen en duda los testimonios de las víctimas, y afirman que es culpa de las administraciones actuales, dado que el rancho fue asegurado por autoridades federales en septiembre de 2024 y nunca se mencionó la existencia de estos hornos crematorios. Pero es justamente que terminado el puente aparece una noticia sumamente surreal, ha tomado un lugar amplio en las redes un video de supuestos integrantes del CJNG donde explícitamente acusan a las víctimas y madres buscadoras de invadir una propiedad e inventar una historia de terror que manche el nombre de la organización, además afirman categóricamente que su modo de trabajo tiene una calidad moral bastante significativa por la cual estos hechos superan su actuar. Acá lo curioso y extremadamente sensible es que, hasta cierto punto, puede notarse una visión a favor del oficialismo y la defensa de esta perspectiva sobre la de las víctimas y madres buscadoras. La mediatización ya ha dado sus opiniones al caso de “el campo de exterminio de Teuchitlán”, youtubers de todos los tamaños han dado a conocer su pensar sobre el tema, no tiene nada de malo, pero es triste ver influencers de gran alcance y contagio de ideas con posiciones fundamentadas en la viralidad y no sobre algún análisis o profundización de influencias alrededor del hecho.
La razón de hablar de mediatización y el aspecto político sirve para señalar los usos que pueden dársele a este hecho: un fin político tanto para desacreditar como para promocionar a algún grupo, pero también el uso comercial, espectacular o incluso televisivo de esta atrocidad en alguna serie de Telemundo. Personalmente, no puedo evitar embaucarme en la sensación de lo siniestro cada que se demuestra cómo el poder económico-político y criminal, en este suceso, revictimiza a los afectados, niega el dolor y barbarie experimentada e incluso se presume que hacen lo posible por poner trabas para los debidos procesos. Este evento nos pone de relieve “lo siniestro” del país: una desensibilización de los problemas más relevantes, donde elegimos no ver las atrocidades que nunca pueden estar al cien por cien ocultas, este es el poder para-estatal y para-económico que encuentra como salida a sus intereses un reflejo extremo, pero también una advertencia de lo que puede causar un poder económico que crea empresas ilícitas que copian sus mejores técnicas de explotación y maximización de productividad, como de un poder bélico y gestionista que crea su propia ley, propiedad y justicia para alimentar sus intereses.