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Hidalgo
sábado, mayo 10, 2025

La tarde cayó con los preparativos rumbo al Sábado Santo

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En la Comunidad de Lindavista, perteneciente a la Parroquia de San Antonio de Padua, se prepara el Fuego Nuevo, con él, que representa la luz de Cristo Resucitado y la renovación de la vida espiritual, inició alrededor de las 18:00 horas, la celebración del Sábado Santo.
Anteriormente, esta ceremonia, que es de las más importantes en la religión Católica, se llevaba a cabo a las 00:00 horas y era conocida como «Misa de Gallo», sin embargo, debido a la inseguridad y otros factores de movilidad, con el tiempo se ha adelantado y actualmente se celebra a partir de las 18:00 horas en todo el territorio nacional.

La bendición del fuego

El padre Javier Salcedo Rico, presidió la ceremonia, en la que bendijo primero el agua, que serviría posteriormente para vertirla en el Fuego Nuevo y que éste quedará bendecido de igual forma. Posteriormente, con ayuda de unos clavos, dibujó una cruz; el signo del Alpha y el Omega, del alfabeto Griego (que simbolizan la eternidad de Cristo) y el año en el que nos encontramos (2025) en el Cirio Pascual (mismo que se utilizará durante todo el año).
Tras lo cual, avanzó rumbo a la capilla, seguido por el pueblo, que solo contaba con la luz de sus propias velas, ya que el lugar se encontraba a oscuras, simbolizando el luto y la espera tras la muerte de Jesús.

La liturgia de la palabra

En este día, la Iglesia recuerda su historia de más de 2 mil años, por lo que, a lo largo de varias lecturas, que incluyen pasajes del antiguo y el nuevo testamento, se hace un repaso de momentos específicos de los padres fundadores de la fe, se rememora a Adán, Moisés, Abraham, Noé, David y Jacob; a la par de que Dios, por medio de sus profetas, recuerda las promesas que le hizo a cada uno de ellos.
Mientras tanto, el pueblo escucha expectante.

La culminación de la ceremonia

Una vez que culminan las lecturas y antes de que se lea la epístola (de la carta del apóstol San Pablo), se realiza «La Apertura del Gloria», en ese momento, se encienden todas las luces, se descubren las imágenes (que habían permanecido ocultas hasta ese momento, generalmente con una tela morada) el pueblo canta El Gloria y cada campana que se encuentre disponible en la Iglesia debe sonar, incluída la que se usa para hacer los llamados a la Eucaristía.
Tras lo cual, el sacerdote dirige una ceremonia parecida a la de los domingos, que culmina con el rocío del agua crismal (agua bendita, del Sábado Santo) a los fieles y la bendición al pueblo.

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