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lunes, julio 7, 2025

La palabra que es vida

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  • Con mis mejores deseos para el periodista, Jorge Martínez López

Hay días, fechas, en que todo el mundo creativo que nos dedicamos a la palabra, parece irse de boca y entumecer el pensamiento, el intento constante de creer en el día siguiente como solución a cada uno de los problemas que, por asuntos del destino, debemos enfrentar, siempre en espera de esa pócima milagrosa que remedie la profunda desazón, porque nos asomamos a esa edad en que las personas más queridas desaparecen, se esfuman. Unas de manera repentina, otras a paso lento pero seguro. Achacamos al tiempo, es decir que lo responsabilizamos, cuando apenas hace unos años sugeríamos que su paso por nuestra existencia nos dotaría de sabiduría y diligencia para aceptar el principio de los ciclos que se cumplen de manera inexorable.

Las palabras, sin embargo, nunca dejan de ser las perlas que se les escapaban del morral a los conquistadores citadas por Neruda, y que con todo y la violencia que trajeron allende el mar, la imposición de nuevas creencias a fuerza de fuego y muerte, nos dejaron lo más valioso que es la capacidad de nombrar, y por lo tanto, crear.

La del poeta Javier Sicilia, un hombre que en el vórtice de su dolor por el crimen de su hijo a manos de quienes no saben ni reconocerse porque no se pueden nombrar, arroja la luz de lo que puede hacer la palabra en manos que crean, que enaltecen la posibilidad de conocer el universo a través del verdadero ser humano, que nunca se cansa de pronunciar la divinidad del que no deja de reconocerse en su semejante, su raíz eterna, su don único para ser el que camina con ojos nuevos y maravillados, por la vereda donde crece la esperanza.

Hasta hace poco, cuando por el trabajo siempre dispuesto a llevarnos al olvido de nuestra propia existencia, en cualquiera de las redacciones donde laboramos, de repente nos dábamos cuenta que habían pasado años sin ver de nueva cuenta a los pocos amigos que se hacen en el ejercicio periodístico, y nos asegurábamos que en cualquier momento nos volveríamos a encontrar para reanudar, con el “decíamos ayer” de Fray Luis de León, la eterna plática sobre la vida y nada más, nos dijimos que era fundamental nombrar la palabra amistad para que esa magia resurgiera.

Un tiempo nos empezamos a reencontrar en la sala de velación de algún maestro como don Anselmo Estrada Alburquerque, de un hermano como Adalberto, de una amistad cercana que nos convocaba por el cariño que le teníamos. Pero de la reflexión sobre el tiempo, y que era necesario saludarnos como en los años de juventud, tomar un café, una copa, porque nadie sabe a ciencia cierta si la próxima vez sería en nuestro propio velorio, no acordábamos ni hora, ni fecha.

Celebro cuando vuelvo a ver a algún amigo, amiga de la escuela, del trabajo, porque es testimonio de constancia a la palabra que nos convoca, que nos lleva de manera repentina a esos años en que todo resultaba el camino hacia un sueño de justicia, nunca logrado, pero siempre anhelado.

Hace ya unos meses, pude saludar a mi amigo Jorge Martínez López, siempre buen periodista, poseedor no solo de un manejo impecable de la palabra, sino hombre de palabra. Durante muchos años coincidimos en medios que salían a la luz pública, y después se le hizo afición poner en marcha prácticamente la totalidad de los diarios que hay en Hidalgo, porque dominaba el trabajo de mesa de redacción, el de la reporteada, de la corrección, del diseño. Si algo garantizaba siempre, era que conocía de principio a fin la confección de un medio impreso, pero también, y fundamentalmente, su profesionalismo, su verticalidad, porque el compromiso que siempre guardó con los más desprotegidos, se conformó en la vida cotidiana, en su acercamiento con campesinos y obreros, al grado de haber sido durante más de un año obrero torrero en Petróleos Mexicanos.

Hoy, ya desde hace más de una semana, Jorge se encuentra muy enfermo. Y por eso, en este recordar ese paso por la vida que nos permite caminar al lado de personas valiosas, debo recordarle que debemos fijar fecha y hora para ir a tomar esa copa, esa taza de café, ese espacio en que, con la memoria, reconstruimos y construimos este diminuto espacio, pero vital, que llamamos vida. 

Pronta mejoría querido amigo.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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